Carta al CEO
Ajuste salarial para 2024: Un rompecabezas económico
Una declaración del viceministro de Hacienda, Diego Guevara, anticipó que el incremento del salario mínimo para 2024 estará en dos dígitos.
Martes, Noviembre 28, 2023
Por: Pablo Morales Mosquera; editor de Revista C-Level.
En materia económica y social, la puesta en marcha del ajuste de salario mínimo para 2024 en Colombia promete configurarse como un verdadero rompecabezas. Hoy, 28 de noviembre, llega el día en que comenzarán las negociaciones entre las centrales obreras, los empresarios y el gobierno colombiano para establecer el salario mínimo del 2024. Esta discusión es fundamental para proteger el poder adquisitivo de millones de trabajadores y mantener un equilibrio entre la generación de empleo y el bienestar de la población.
En 2023, se acordó un aumento del salario mínimo de 16%. Una declaración del viceministro de Hacienda, Diego Guevara, anticipó que el incremento del salario mínimo para 2024 estará en dos dígitos. Para lo que resulta fundamental considerar la trayectoria de la inflación, que hasta octubre se situó en 10,5%, según el Dane. El punto de partida para las negociaciones será el salario mínimo actual de $1.160.000 y el aumento no deberá ser inferior al IPC anual.
Las negociaciones tendrán plazo hasta el 15 de diciembre, con sesiones ordinarias. De no llegar a un acuerdo positivo, se programaría una sesión extraordinaria para definir el salario y el auxilio de transporte para 2024, con fecha límite el 30 de diciembre de 2023. En caso de no llegar a un consenso, el presidente Gustavo Petro tendría la última palabra, mediante decreto presidencial.
Este ejercicio, que debe lograr un delicado equilibrio entre el alivio económico para los trabajadores, la estabilidad financiera de las empresas y de la economía en general, ha empezado a suscitar voces, e incluso propuestas que apuntan en direcciones distintas.
Para Mauricio Santamaría, destacado economista y presidente del Centro de Estudios Económicos Anif, todo incremento que sobrepase el 9% no estaría en consonancia con las metas de inflación. Aunque este ajuste parece prudente, el exministro de Hacienda José Antonio Ocampo comparte su opinión, al proponer un incremento de 10%.
Sin embargo, el escenario cambia completamente de cara a la propuesta de Fabio Arias, presidente de la CUT, quien sostiene que la inflación no ha impedido aumentar la mano de obra, haciendo factible la discusión de un incremento salarial mayor. Un argumento de peso en la lucha de los sindicatos por impulsar una mejora significativa en los ingresos de los trabajadores.
Las visiones, como siempre, difieren desde el sector empresarial. Jaime Alberto Cabal, presidente de la Fenalco, advierte que un ajuste mayor al necesario en el salario tendría efectos contraproducentes en la economía del país. Una opinión similar a la de Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, quien llama a la prudencia debido a que un aumento excesivo podría impactar negativamente la demanda de empleo para el próximo año.
Acopi, el gremio de las Mipyme, advirtió sobre el impacto que podrían tener la reforma laboral y el incremento del salario mínimo en los costos no salariales, estimando un aumento entre 17% y 34%. Rosmery Quintero, presidenta del gremio, argumentó que "cualquier incremento sustancial del salario mínimo, sumado a las implicaciones de la reforma, podría ejercer presión sobre los indicadores del mercado laboral".
En este laberinto de opiniones, la bandera del aumento de dos dígitos es ondeada por el viceministro de Hacienda, Diego Guevara, respaldando su propuesta con el indicador inflacionario actual que supera el 11%.
Ante este escenario, se anticipa un arduo debate que deberá reconciliar la protección del poder adquisitivo de los trabajadores con las consideraciones que implican un incremento responsable y económicamente sostenible.
Es fundamental que las partes involucradas en las negociaciones lleguen a un acuerdo sensato que garantice la protección del poder adquisitivo de los trabajadores y no genere un efecto negativo en la generación de empleo. El reto será encontrar ese punto medio que beneficie a todos los actores económicos y a la sociedad Colombiana en su conjunto.
Y aunque las opiniones divergen, el objetivo común debe ser avanzar hacia una economía inclusiva y equitativa, sin descuidar la estabilidad financiera del país. Si bien el rompecabezas parece difícil, el resultado de un ajuste bien medido repercutirá positivamente en el bienestar de la sociedad colombiana.
Colombia: Una economía en desaceleración
El reciente informe de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de Colombia en el segundo trimestre del año 2023 nos ofrece una realidad incómoda: estamos ante un decrecimiento económico. Con un avance de apenas 0,3% - el rango más bajo desde la crisis de 2020 - nuestra economía exhibe signos de agotamiento.
Diversos analistas y economistas preveían un crecimiento que oscilaba entre 0,3% y 0,7%. En este sentido, estar en el límite inferior aliña nuestra realidad con un sabor amargo. Es evidente que la desaceleración económica se está afianzando más de lo previsto.
A pesar de los índices de crecimiento desacelerado, es imperante reconocer los esfuerzos y avances en ciertos sectores que han permitido cierto aliento en medio de esta situación. La administración pública, la educación y la salud han sido, en gran medida, los baluartes de este crecimiento mínimo. En particular, el gasto público en salud, con un crecimiento de 8,4% en comparación con el mismo trimestre del año anterior, ha sido uno de los impulsores decisivos del PIB.
Pero esta narrativa positiva se ve ofuscada por el acuciante estado de la manufactura, la construcción y el comercio, todos ellos con cifras en declive. Los números sinsabores están a la vista.
La actual administración, liderada por el presidente Gustavo Petro, ha buscado atenuar la percepción de crisis poniendo en práctica diversas estrategias económicas, incluyendo la reforma tributaria. El llamado público al Banco de la República para reducir las tasas de interés con objeto de alentar el crecimiento económico no es una medida inusitada. Pero, ¿es suficiente?
La afirmación del presidente sobre el control de la inflación y la urgencia de bajar las tasas de interés sugiere que existe un camino para reactivar la economía. No obstante, la práctica económica nos enseña que las curas milagrosas no existen y que es fundamental un abordaje integral para poder salir de este estancamiento.
Sectores como las actividades artísticas y de entretenimiento han mostrado un crecimiento destacado, de 15,5% en este semestre. Aun así, siguen pendientes preguntas cruciales. ¿Cómo impulsaremos sectores como la construcción o la manufactura? ¿Podremos remontar este lento crecimiento económico y reformular nuestro escenario económico?
Solo queda esperar a las decisiones que se tomarán en la próxima reunión de la junta directiva del Banco de la República el 29 de septiembre. ¿Conllevarán el camino para superar este desafío? Estas decisiones influyen en la dirección de nuestra economía en los próximos meses y posiblemente en los próximos años.
Lo que está claro es que la economía colombiana enfrenta un largo camino por recorrer para enderezar la nave. Es indispensable un enfoque valiente, pragmático y comprometido para poder enfrentar estos tiempos de desafíos económicos. Porque Colombia y su gente merecen un camino hacia el crecimiento y la prosperidad.