Carta al CEO

El liderazgo tradicional no cautiva a las empresas ¿Por qué?

Tener figuras autoritarias, aburridas y rígidas dejó de seducir a las organizaciones. Hoy, más que nunca, pesa pensar en el otro.
Lunes, Agosto 14, 2023

A través de los años hemos visto a las empresas, organizaciones, corporaciones, startups y emprendimientos como entes rígidos que proyectan un liderazgo basado en la autocracia, en una figura que impone lo que hay que hacer y no en una toma de decisiones conjunta. 

Hoy, en pleno siglo XXI, esa realidad parece un cuento de mal gusto. Cientos de ensayos, escritos teóricos y prácticos se han llevado a cabo en esta materia, mostrando que la noción de liderazgo clásico o tradicional ya no convence a los tomadores de decisión. 

Claro, es habitual ver en las películas, series o telenovelas a un jefe que exprime a sus trabajadores, que pretende pasar por encima de ellos, por medio de su conocimiento y que impone decisiones a las patadas. Uno de esos prototipos lo vemos en Betty La Fea con una figura como Armando, que proyecta fuerza, imposición y una cultura hacía la idolatría individual. 

Los resultados no son más alejados de la realidad e incluso se podría ver la reacción de los otros protagonistas frente a ese tipo carisma y de liderazgo. Ese tipo de figuras generan rechazo, recelo, comentarios negativos y, en algunos casos, un odio hacía ciertas expresiones que nacen de su conducta; pasando de ser un líder respetado a una persona con ínfulas de poder.  

El mundo en este momento nos muestra otra realidad, basada en el entendimiento de lo colectivo, dejando a un lado las decisiones apresuradas, el hermetismo y los monólogos de autosuperación para dar paso a la fuerza del trabajo en equipo y al respeto por el otro. 

Después de la pandemia por covid-19 se hizo evidente que los medios tradicionales de inspirar a los empleados no estaban al alcance de la mano, no había una forma de llegar a la residencia del empleado e inspirarlo, por medio de discursos paupérrimos, a que trabaje el doble o el triple. Tocó cambiar el chip

Por medio de ensayo y error, varios tomadores de decisiones se fueron forjando un camino más global, que estuviese alejado de la frase “trabajar, trabajar y trabajar” por nuevas formas de entender el trabajo, el cumplimiento de objetivos y el respeto de todos los integrantes de la compañía.

Ello, no solo motivó a que muchos empleados vieran con nuevos ojos a sus jefes, sino que también ellos puedan reevaluar la forma cómo estaban llevando a cabo la empresa, la comunicación interna de la misma, la visión externa de los clientes, los mitos detrás de su figura y los valores que querían compartir a los demás; que no fuera una teoría, sino una práctica.

El aprendizaje fue esencial, una situación tan desafiante como la pandemia permitió el trabajo en conjunto y destapar aquellos velos de institucionalidad rígida que tenían las compañías por una comunicación más fluida donde importaba los tiempos de ocio, de esparcimiento y de formación. 

Por ello, muchos líderes empezaron a motivar a su base en la formación de cursos en línea que tuvieron un rol esencial: salir de su zona de confort. Proyectar la compañía por encima de una situación mundial en la que muchas empresas vieron un futuro oscuro, con muchos impuestos que pagar y poco componente de innovación. 

De ahí, salió la importancia de la conversación, de sentar a diferentes personas que comparten un área en una misma mesa, buscar salidas en medio de tiempos complejos y encontrar, por medio del respeto y del entendimiento, nuevas opciones de negocio. No fue fácil, pero muchas industrias lograron generar nuevas habilidades en sus empleados de base, lograron profundizar en conocimientos y en generar emociones positivas a pesar de las adversidades. 

Pero, a pesar de todo, hace tres o cuatro años empezamos a ver la importancia de pensar en el otro, de ponernos en sus zapatos y de crear políticas internas para su bienestar. Hoy, el mundo no quiere líderes que impongan una voluntad a diestra y siniestra, quiere líderes que sepan compartir la visión de futuro, que logren empoderar a sus empleados con conocimiento y que sepan reconocer su valor dentro de su cargo. 

Nadie quiere un capataz que mande órdenes cada día, semana o año. Estamos en una realidad laboral en la que los empleados pueden desistir de su empleo en un abrir o cerrar de ojos y es el liderazgo, entre otros factores, los que impulsan a generar un cambio sobre la percepción del trabajo, de las instituciones privadas y del bienestar laboral. Hoy, más que nunca, el arte de crear vínculos es una necesidad, a pesar de las adversidades. No hay excusa que valga, hoy vale más para los líderes pensar en el otro que en ellos mismos.

A continuación, comparto una charla motivacional que dictó Juan Carlos Vacaflor en TEDx Talks sobre este tema: