
Actualidad
Muere el Papa Francisco: impacto global y legado reformista
El Papa Francisco falleció a los 88 años. Su muerte abre una nueva era en el Vaticano tras un pontificado marcado por reformas e inclusión.
Lunes, Abril 21, 2025
El mundo católico y la comunidad internacional enfrentan un momento histórico: a las 7:35 a.m. (hora de Roma), falleció el Papa Francisco en su residencia de la Casa Santa Marta. La noticia fue confirmada por el cardenal camarlengo Kevin Joseph Farrell, quien declaró: “Con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. El obispo de Roma ha regresado a la casa del Padre”.
El pontífice, nacido Jorge Mario Bergoglio en Buenos Aires en 1936, se convirtió en 2013 en el primer Papa latinoamericano y jesuita de la historia. Su elección marcó el inicio de una etapa sin precedentes en la Iglesia Católica, caracterizada por una búsqueda de apertura, justicia social y transformación institucional.
Un pontificado de reformas y cercanía con los marginados
Durante su papado, Francisco desafió tradiciones e impulsó cambios significativos en la Curia romana, enfrentó con firmeza los escándalos de abuso sexual, promovió el rol de la mujer dentro de la Iglesia y adoptó una posición progresista frente a la comunidad LGTBIQ+, la migración y el cambio climático.
Con un lenguaje directo y empático, su liderazgo se alejó del ceremonialismo y se acercó a la realidad social. Apostó por una Iglesia “más pobre y para los pobres”, como declaró en sus primeros días al frente del Vaticano. Su encíclica Laudato si’, sobre el cuidado del medio ambiente, y su exhortación Amoris Laetitia, sobre la familia, marcaron hitos en la doctrina contemporánea.
En Colombia, Francisco será recordado por su histórica visita en 2017, en la que impulsó el mensaje de reconciliación nacional en medio del proceso de paz, con frases como “No más violencia, no más muerte”, en un contexto profundamente sensible para el país.
¿Qué sigue ahora para el Vaticano?
Con la muerte del Papa, se activa el protocolo de “Sede Vacante”, periodo en el cual cesan todas las funciones papales y el poder se traslada temporalmente al camarlengo. Se prevé que el cónclave para elegir a su sucesor se convoque entre 15 y 20 días después del fallecimiento, bajo estrictas normas canónicas.
A diferencia de su predecesor, Benedicto XVI, quien renunció voluntariamente en 2013, Francisco expresó su intención de ejercer su rol hasta el final de sus días, aunque en los últimos años había mostrado signos de deterioro de salud y admitido la posibilidad de renunciar si su condición le impedía continuar.
Su funeral se llevará a cabo en el Vaticano y se espera que líderes de todo el mundo, jefes de Estado, altos dignatarios de la Iglesia y miles de fieles participen en las ceremonias conmemorativas. Francisco será sepultado en una capilla de la Basílica de Santa María La Mayor, como fue su voluntad.
Una figura transformadora más allá de la Iglesia
El impacto de Francisco trascendió lo estrictamente religioso. En su relación con líderes globales, fue mediador, crítico de los excesos del capitalismo y defensor de los pueblos indígenas. Fue el primer Papa en reunirse con un líder ruso ortodoxo, con el gran imán de Al-Azhar y en participar activamente en cumbres sobre migración y cambio climático.
Analistas políticos y eclesiásticos coinciden en que su legado será recordado como el de un Papa que puso a la Iglesia en clave de siglo XXI, promovió una cultura de escucha, humildad y cambio institucional, e inspiró una agenda global en favor de la dignidad humana.
Con su partida, el mundo pierde a una de las voces morales más influyentes de la última década. Pero también se abre un nuevo capítulo para la Iglesia Católica: uno que deberá recoger las reformas impulsadas por Francisco, mantener el vínculo con las nuevas generaciones y continuar un camino hacia una Iglesia más abierta, diversa y comprometida con los grandes desafíos del presente.
Su legado quedará no solo en los documentos del Vaticano, sino en los gestos que marcaron una era: una silla vacía entre refugiados, un llamado por la Amazonía, un abrazo a los marginados. Francisco fue, hasta el final, un Papa del pueblo.