¿Somos analfabetas emocionales?

El analfabetismo emocional es uno de los mayores problemas dentro de las organizaciones.
Alejandra Parra, fundadora de Jappymind

Alejandra Parra

Fundadora de Jappymind

Esta idea es un poco atrevida, pero la realidad es que no se puede seguir tapando el sol con un dedo: pocas personas saben qué sienten en su día a día, cómo se sienten y mucho menos, cuál es el nombre de la emoción que están sintiendo. Generalmente, en el vocabulario emocional de los equipos de trabajo, ‘estrés’ se lleva el papel protagónico, Pero ¿de verdad será estrés la emoción más recurrente en el mundo laboral? ¿Acaso la falta de conocimiento y vocabulario emocional será la causa raíz de los altos índices de ‘estrés’ en el trabajo? 

Matthew D. Lieberman, profesor asociado de psicología de la UCLA y fundador de la neurociencia cognitiva social, junto a un equipo de expertos, en uno de sus estudios sobre el impacto de las emociones en la actividad cerebral, determinaron por medio de resonancias magnéticas que, cuando una persona etiqueta la emoción que está sintiendo, la actividad de la amígdala – la zona del cerebro que sirve como una alarma para activar una cascada de sistemas biológicos para proteger el cuerpo en tiempos de peligro- logra disminuir su actividad. 

Lo interesante de esto es que el estudio mostró que mientras que la amígdala estaba menos activa cuando un individuo etiquetaba el sentimiento, otra región del cerebro estaba más activa: el córtex prefrontal ventrolateral derecho. Esta región se encuentra detrás de la frente y los ojos y se ha asociado con pensar en palabras sobre experiencias emocionales. 

En palabras de Lieberman: "Cuando pones sentimientos en palabras, con la etiqueta correcta de la emoción, estás activando esta región prefrontal y viendo una respuesta reducida en la amígdala, de la misma manera que pisas el freno cuando estás conduciendo cuando ves una luz amarilla, cuando pones sentimientos en palabras, parece que estás pisando el freno en tus respuestas emocionales". 

Entonces, a partir de esto, ¿será posible que el desconocimiento en términos de vocabulario emocional está llevando a que dentro de las organizaciones la palabra ‘estrés’ se utilice para catalogar todos los estados emocionales, y en efecto, no haya una gestión emocional efectiva y eficaz? 

Entregar herramientas para gestionar el ‘estrés’, cuando quizás la emoción es frustración o resignación, es un error garrafal y no produce un cambio en el estado emocional de la persona. Por eso, cuando se trata de buscar herramientas de gestión emocional en las organizaciones, e incluso, fuera de ellas, es fundamental aprender sobre ellas, entender que cada emoción es distinta y que no todo lo que una persona puede sentir en un espacio laboral (o fuera de él) se cataloga como estrés. La palabra de moda en las organizaciones es ‘estrés’, e incluso, entre más estresada es una persona en su espacio laboral, se asocia a que es una persona exitosa, (o por lo menos así se cree culturalmente, de manera totalmente errónea). 

Pongamos este caso hipotético: el líder del equipo de marketing, lucha en silencio contra la frustración y la resignación que lo consumen. Atribuyendo su malestar a meros sentimientos de agotamiento y estrés, este líder no reconoce la profundidad de sus emociones. Su incapacidad para nombrar y comprender lo que realmente siente afecta no solo su desempeño como líder, sino también su relación con su equipo. 

A pesar de una experiencia de liderazgo consciente, no logra encontrar una solución, ya que el problema radica en su falta de autoconciencia emocional. Sin reconocer la verdadera naturaleza de sus sentimientos, cualquier intento de cambio se queda en la superficie, incapaz de abordar las raíces profundas de su malestar.

El dilema es claro: contratar una experiencia de liderazgo consciente, por ejemplo, puede no abordar directamente las causas fundamentales del problema si el líder no está equipado para comprender y manejar sus propias emociones. 

En lugar de abordar la raíz del problema, la experiencia podría servir simplemente como un parche temporal, sin ofrecer soluciones duraderas. Es esencial reconocer que el liderazgo efectivo no solo se trata de habilidades técnicas y de gestión, sino también de una comprensión profunda de las emociones y la capacidad de comunicarse, comunicarlas y gestionarlas de manera efectiva. 

La realidad, es que este tema va más allá de las áreas de recursos humanos y parte también de la misma consciencia emocional de las personas. Es inquietante observar como los índices de estrés cada vez son mayores en las compañías, y aunque hay trabajos excepcionales para intentar mitigar los riesgos e intervenir activamente para dar una solución a esos indicadores; también es fundamental, de manera preventiva, capacitar y entregar herramientas para ampliar el vocabulario emocional de las personas. De esa manera, probablemente se pueden mitigar de manera más efectiva los riesgos de salud mental dentro de las organizaciones al etiquetar de manera correcta las emociones para darle una gestión eficaz y más consciente. 

Es tiempo de empezar a educar emocionalmente a las personas; de enseñarles qué no todo es estrés, de entregar herramientas de gestión emocional, pero, sobre todo, es importante transformar la cultura de las organizaciones y crear una cultura basada en la consciencia emocional, que ayude a ampliar el vocabulario de emociones de cada persona.  Ahora, querido lector: te pregunto: ¿Qué estás sintiendo en este momento? ¿puedes ponerle un nombre más allá de estrés o tranquilidad?