Negocios

Transformar la seguridad privada en Colombia: una urgencia empresarial

El sector de la seguridad privada en Colombia atraviesa un punto de inflexión. La alta rotación de personal, las jornadas extenuantes y un modelo operativo tradicional al borde del colapso evidencian la necesidad de un cambio estructural.
Jueves, Julio 3, 2025

 Las compañías del sector ya no pueden seguir reforzando lo convencional; deben replantear de raíz su propuesta de valor, profesionalizar el talento humano y adoptar tecnologías que hagan más inteligente y sostenible su operación.

Uno de los mayores retos es la inestabilidad del talento: condiciones laborales exigentes y un desgaste físico y emocional constante generan ciclos de entrada y salida que encarecen la operación y ponen en riesgo la efectividad del servicio. Esto es especialmente crítico en contextos residenciales y empresariales, donde la continuidad del personal es clave para generar vínculos de confianza y conocimiento del entorno.

“En el sector residencial, la alta rotación genera una vulnerabilidad enorme. El personal no permanece lo suficiente como para conocer el entorno ni establecer relaciones con la comunidad. Eso afecta directamente la seguridad”, advierte Sergio Felipe Hernández, Director de Productividad Empresarial de UCompensar.

En Bogotá, más de 15.900 copropiedades están bajo régimen de propiedad horizontal, donde reside cerca del 60 % de la población. Sin embargo, solo el 16 % cuenta con sistemas de videovigilancia conectados al Centro de Comando y Control (C4). La consecuencia: una limitada capacidad de respuesta ante incidentes. Las cifras lo confirman. Según la Policía, en 2023 se reportaron 2.243 robos a residencias; en lo que va de 2025 ya se superan los 100 casos.

La seguridad del futuro: profesionalización, tecnología y cultura empresarial

La transformación no puede limitarse a incorporar cámaras o guardias adicionales. Implica un rediseño completo del modelo, donde la tecnología, la formación y una cultura organizacional alineada sean los ejes centrales. Drones perimetrales, control de acceso automatizado, reconocimiento facial o centros de monitoreo inteligente ya están disponibles, pero su efectividad depende de contar con talento capacitado.

“Muchas empresas siguen viendo la seguridad como una función operativa: vigilar puertas, atender visitantes. Pero el verdadero cambio se da cuando la alta dirección entiende que se trata de un servicio estratégico, integral y preventivo”, sostiene Manuel Neira, consultor empresarial en UCompensar.

Algunas compañías están liderando este cambio desde la base: formando a sus equipos en competencias digitales, resolución de conflictos, ciberseguridad y manejo de tecnología avanzada. Al mismo tiempo, ofrecen beneficios reales como educación técnica para sus trabajadores o becas para sus hijos, lo cual fortalece el sentido de pertenencia y reduce la rotación.

Más allá de grandes inversiones, el sector necesita rediseñar procesos, repensar su cultura y fomentar espacios de diálogo entre expertos, empresarios y tomadores de decisión. “El problema no es el vigilante, es el modelo. La seguridad no puede seguir siendo reactiva. Debe ser preventiva, inteligente y sostenible”, concluye Hernández.

El llamado está claro: innovar ya no es una ventaja competitiva, es una condición de supervivencia.