Carta al CEO

Barómetro electoral

En las elecciones regionales de 2023 hubo, en realidad, un poco de todo y las variables de cada elección respondieron a dinámicas locales más que nacionales.
Martes, Octubre 31, 2023

Por: Pablo Morales Mosquera; editor de Revista C-Level.

Las elecciones del pasado domingo definieron más de 20.000 cargos públicos, entre los que se encuentran 32 gobernadores y 1.102 alcaldes en Colombia. En las grandes capitales, se cumplieron los vaticinios que habían entregado las firmas encuestadoras a lo largo de la campaña: Carlos Fernando Galán arrasó en Bogotá al obtener más de 49% de los votos y duplicar los resultados de sus rivales Juan Daniel Oviedo y Gustavo Bolívar, cuya derrota es también para el presidente Gustavo Petro, quien tiene en la capital uno de sus bastiones.

En Medellín se impuso con comodidad Federico Gutiérrez, al igual que ocurrió con Alex Char en Barranquilla y con Jaime Andrés Beltrán en Bucaramanga. En Cali, Alejandro Eder se impuso en la que fue la carrera electoral más reñida en las ciudades más grandes del país.

No obstante, ningún partido político o movimiento se puede considerar gran vencedor o perdedor de las elecciones: Hubo, en realidad, un poco de todo y las variables de cada elección respondieron a dinámicas locales más que nacionales. En general los colombianos, preocupados por la seguridad y la economía familiar, según las encuestas, optaron por opciones que aspiran a la estabilidad, a lo conocido, a resolver sus líos diarios más que a cambiar de fondo al país.

Algunos tomaron eso como un voto de castigo al presidente Gustavo Petro, pero la cosa es más compleja: El petrismo tuvo una derrota simbólica en Bogotá, pero es un movimiento sin mucha experiencia ni proyección nacional a nivel local y regional.

Lo cierto es que lo local no es lo nacional. En Bogotá, por ejemplo, barrió un viejo conocido del centro, Carlos Fernando Galán, que combina propuestas nuevas con un tímido continuismo de Claudia López. En Medellín ganó un exalcalde, Federico Gutiérrez, lo que significó, de alguna manera, la vuelta al poder del uribismo y la derecha. En Barranquilla ganó el oficialismo, en Cali ganó la oposición y en Bucaramanga un viejo poder con cara de nuevo, de bukelista. 

En las gobernaciones, mientras tanto, los poderes tradicionales ligados al empresariado de cada región, los famosos "clanes políticos", demostraron que continúan perpetuados en el poder. 

Y así, cada elección fue un ecosistema independiente. Además porque este año participaron 35 partidos distintos, un récord histórico en un país que hace 30 años solo sabía de dos partidos.

Ahora bien, cabe repasar algunas lecciones aprendidas…

La principal radica en que  a Petro le hace falta aún consolidar las bases del Petrismo. El presidente prometió a los colombianos acabar con la pobreza, la desigualdad y la violencia. Para eso, necesita sentar las bases de un partido robusto, formal y eficiente que tenga presencia en todo el sistema político colombiano.

Bogotá, por su parte, de naturaleza progresista, eligió el camino más “seguro”. Galán representa una conjunción de posturas que prometen eficiencia, seguridad y sentido común sin mucha ideología. Además, se apoya en el legado de su padre, un político asesinado por los narcos que prometía modernizar el liberalismo.

Así mismo, la oposición está en múltiples y variados colores.  En Bogotá ganó el centro tradicional, en Medellín venció la derecha uribista y en Cali y Barranquilla ganaron las centroderechas empresariales. Pero eso no quiere decir que todos son parte de un mismo frente que amenaza la gobernabilidad de Petro.

Finalmente, estas elecciones demostraron la indiscutible vigencia de los partidos tradicionales.  Por la accidentalidad de su geografía y por el desarrollo desigual y excluyente de sus regiones, Colombia siempre ha sido un país de poderes locales.