Carta al CEO

¡Colombia clama por una renovación educativa inspirada en el modelo de Singapur!

Tras la renuncia del presidente Icetex, Colombia debería renovar su sistema educativo, considerando el exitoso modelo de Singapur, apoyando la formación continua de adultos para una fuerza laboral más competitiva.
Martes, Febrero 20, 2024

Por: Pablo Morales Mosquera; editor de Revista C-Level.

El paso de Mauricio Toro al renunciar a su cargo como presidente del Icetex deja un vacío grande en uno de los puestos más relevantes del sector educativo colombiano, una entidad que atiende a cerca de un millón de usuarios. Esta situación pone en foco las oportunidades y desafíos frente a Colombia para repensar y mejorar su sistema de educación.

Un modelo a tomar en cuenta es el de Singapur, que se sitúa entre las naciones con las mejores tasas de educación en el mundo. Aunque ya cuentan con una población 97.13% alfabetizada, este país refuerza su compromiso con la educación, buscando brindar igual acceso al conocimiento a todos sus ciudadanos, independientemente de su edad.

En un movimiento audaz, el gobierno de Singapur decidió otorgar créditos SkillsFuture de US$4,000 a todos los ciudadanos de 40 años o más, lo que les permitirá profesionalizarse o completar estudios de posgrado. Esta decisión, entra en una nueva fase del programa SkillFuture Level-Up, la cual se orienta a tener "un alcance más específico" según palabras de su Viceprimer Ministro, Lawrence Wong.

Aplicando este ejemplo a nuestra realidad, nos lleva a reflexionar sobre la capacitación y educación continua de los adultos en Colombia. Cada día, se vuelve más evidente la necesidad de que los trabajadores colombianos puedan renovar sus habilidades y conocimientos para mantenerse competitivos en un mundo laboral en constante cambio. A su vez, esto generaría un impacto positivo en la economía y el crecimiento del país al fomentar una fuerza laboral más educada y capacitada.

Así, es vital que el reemplazo de Mauricio Toro en la Icetex tenga entre sus prioridades la oferta de opciones de crédito y apoyo a la formación y cualificación de los adultos colombianos, inspirados en el ejemplo de Singapur. Claro está, adaptándolo a nuestra realidad socioeconómica, para así proporcionar a nuestros ciudadanos mayores de 40 años las herramientas necesarias para adquirir las habilidades requeridas en la sociedad contemporánea.

La educación es un derecho, pero además es un vehículo poderoso para el desarrollo personal y colectivo. En ese sentido, la noticia de la renuncia al Icetex puede abrir una oportunidad, una ventana para repensar nuestras estrategias de fomento a la educación y alinearlas con los retos del siglo XXI.

A pesar de que la crisis que enfrentamos es significativa, fácil no es. Pero, considerándolo desde otra perspectiva, es un momento propicio para sembrar mejores oportunidades para los colombianos mediante una educación inclusiva, que aliente la formación continua y valore el conocimiento como la herramienta más valiosa para el desarrollo.

El caso de Singapur nos enseña que pueden surgir soluciones creativas y efectivas para fomentar la educación, y en Colombia, tenemos la oportunidad y el deber de replantear y renovar nuestro sistema educativo para crear un futuro más prometedor. Es tiempo de tomar acciones, inspirados en las mejores prácticas internacionales, pero ajustándose a nuestro entorno y necesidades específicas.

Icetex y el paradigma de la educación superior en Colombia

Las estadísticas del DANE revelan que 3,8 millones de colombianos cuentan con un título profesional. Frente a este panorama, el Icetex ha financiado la educación de aproximadamente 5,2 millones de personas en sus 70 años de operación, con alrededor de 2,5 millones de beneficiarios graduados. A primera vista, estos números podrían sugerir un éxito contundente, pero, ¿es este realmente el caso?

Para comprender si el Icetex ha fracasado o no, necesitamos analizar con mayor profundidad el panorama y el propósito de la institución. Icetex fue creado con el objetivo de brindar oportunidades de acceso a la educación superior, especialmente a aquellos que carecen de recursos. En ese sentido, los números reflejan una gran cantidad de individuos que, gracias al Icetex, han podido acceder a la educación superior. Sin embargo, si consideramos que cerca de la mitad de los estudiantes financiados por la institución no se han graduado, se hace evidente que existe una desconexión entre el acceso a financiación y la culminación exitosa de los estudios.

La educación superior en Colombia enfrenta diversos desafíos que van más allá de la simple financiación. Problemas como la deserción estudiantil, la calidad de la educación, la pertinencia de los programas académicos y la empleabilidad de los graduados son solo algunas de las preocupaciones que deben ser abordadas.

No se puede ignorar la realidad de que la educación no se limita al acceso a la universidad; es un proceso continuo que requiere apoyo constante, adaptabilidad y una visión que garantice la relevancia en un mundo laboral cambiante. El hecho de que cerca del 50% de los beneficiarios del Icetex no hayan completado su educación es un indicativo de que, más allá del éxito en facilitar el acceso a los recursos financieros para iniciar estudios superiores, hay un lapso en asegurarse de que estos estudiantes lleguen a la meta de graduarse y de que estos graduados puedan insertarse satisfactoriamente en el mercado laboral.

Además, la medición del éxito del Icetex no debe limitarse al número de graduados. Es crucial considerar la calidad de la educación recibida y cómo ésta se traduce en habilidades relevantes para el sector productivo. ¿Están los profesionales colombianos preparados para enfrentarse a los retos del siglo XXI? ¿Han obtenido las competencias necesarias para ser innovadores y competitivos en un escenario global?

Frente a estas interrogantes, es pertinente cuestionar también el modelo de financiamiento de la educación superior en Colombia. La deuda educativa es un peso considerable para muchos jóvenes que enfrentan un mercado laboral incierto. El endeudamiento puede convertirse en una trampa que limita la movilidad social en lugar de promoverla, especialmente si los programas educativos no están alineados con las demandas del tejido económico.

Por ende, hablar del fracaso o éxito del Icetex es complejo y no debería basarse únicamente en cifras de financiamiento versus graduados. El desafío radica en reformar la entidad y el sistema de educación superior en el país para crear un modelo integral que no solo abra puertas, sino que guíe a los estudiantes a través de ellas y más allá, hacia una vida profesional fructífera y significativa.

Colombia se sitúa en una coyuntura crítica en cuanto a la educación superior. El cambio de presidente en Icetex debe ser un punto de inflexión para renovar la visión y misión de la entidad. Ya no basta con financiar; es hora de innovar, de acompañar, y de asegurarse de que la inversión en educación superior tenga como retorno ciudadanos altamente calificados, con las competencias requeridas para contribuir al desarrollo del país. Sólo así, al promover un cambio que abarque más que el simple acceso, podremos hablar de un verdadero éxito.

El Icetex, ¿algún día se va a reinventar?

La renuncia de Mauricio Toro de la presidencia del Icetex marca un momento crucial para Colombia, instando a una profunda reflexión y renovación en el enfoque hacia la educación y formación continua, particularmente de los adultos. La inspiración proveniente del exitoso modelo educativo de Singapur nos muestra un camino audaz que puede adaptarse y aplicarse en Colombia, ofreciendo soluciones creativas y efectivas para enfrentar los desafíos educativos actuales. 

En este sentido, está claro que la prioridad debería ir más allá de ofrecer financiamiento para la educación, enfocándose en la formación de habilidades relevantes y la actualización constante del conocimiento para asegurar una fuerza laboral competitiva y acorde a las exigencias del siglo XXI.

La situación de Icetex, con cerca de la mitad de sus beneficiarios sin completar su educación, señala hacia una desconexión entre el acceso a la financiación y el logro de resultados educativos sustanciales. Esto resalta la necesidad de una mirada integral que contemple no solo el financiamiento sino también el acompañamiento, la calidad y pertinencia de la educación, y una visión clara que asegure la inserción exitosa de los graduados en el mercado laboral. La renovación propuesta debe, por tanto, incorporar estrategias que garanticen que la educación proporcionada esté en sintonía con las demandas actuales y futuras del entorno laboral y económico, promoviendo así un desarrollo sostenible y equitativo.

Por último, la coyuntura actual representa una oportunidad invaluable para Colombia de repensar y reformular su paradigma educativo, mirando hacia un modelo inclusivo, integrador y acorde a las necesidades contemporáneas. 

Inspirándose en modelos internacionales como el de Singapur, pero ajustándose a la realidad colombiana, el país tiene el potencial de transformar el sector educativo en un verdadero motor de desarrollo social y económico. La acción decisiva y visionaria será clave para superar los desafíos presentes y futuros, asegurando así un legado de éxito, conocimiento y competencia para las próximas generaciones de colombianos.