Abrazar el ser reemplazable
Abrazar el ser reemplazable: una reflexión sobre la huella laboral y la temporalidad en las organizaciones.
Domingo, Noviembre 24, 2024
Érase una vez, en tiempos no muy lejanos y de tardes soleadas, dos humanos conversando cuando, de manera abrupta, pero directa, uno de los interlocutores le cuestiona al otro, ¿se considera usted reemplazable?
La pregunta le sorprendió a quien escuchaba con atención. Más que por la pregunta en sí, tuvo dicho efecto por lo corta, pero poderosa de la misma, a pesar de lo fría y poco adornada. La respuesta, salida más del corazón que de la razón, fue un directo y sucinto, pero contundente, sí.
De esa pequeña anécdota entre dos personas imaginarias surge la necesidad de revisar - y aproximar - lo que, por miedo, temor, cobardía o simplemente por el mismo pasar del tiempo, poco se piensa. El fenómeno, que será llamado para su debida ilustración como “la reemplazabilidad” es inherente al ser. Y no sólo al humano, lo es también al animal. Reemplazar una cosa por otra es, en la cotidianidad, una actuación natural, en menor o mayor escala. Sea por desgaste, sea por olvido, sea por pérdida o, simplemente, por gusto, el tender a reemplazar juega un punto central en la toma de decisiones.
Ahora, para hilar más delgado: ¿podemos asociar dicho fenómeno a uno que sea apodado como la reemplazabilidad laboral? La respuesta, como esa primera abordada en la conversación imaginaria, es contundente: sí. El principio del paralelismo jurídico, ese que dice que las cosas se deshacen como se hacen, puede tener eco en lo que acá se menciona. Se contrata y se desvincula, punto. Se inicia y se termina, punto. Al final, el paso del ser, fugaz en su temporalidad si es comparado con los acontecimientos más remotos y antiguos de la historia, es un elemento esencial del vivir. Lo único cierto es, en esencia, la muerte. No sabemos (por fortuna) ni cuándo, ni dónde, ni cómo, pero sabemos, indudablemente y con certeza extrema, que ocurrirá.
Lo mismo sucede con el fenómeno de la reemplazabilidad laboral: se está hoy, mañana seguramente no. Por la razón que sea. Y habrá alguien (llámese ser humano, inteligencia artificial o simplemente el vacío de una posición vacante) quien reemplace. De lo que sí no despierta duda alguna es que, aun cuando la reemplazabilidad laboral es un fenómeno real y cotidiano, lo es también la recordación en el marco del dejar huella al actuar. Y, ahí, cobra trascendencia el hecho de no estar tan sólo de paso en una posición sino, por el contrario, intentar perdurar en la memoria de jefes, subordinados o pares, ojalá, y siempre, de forma positiva y perdurable.
Por eso, y en atención a haber agotado suficiencia en la ilustración, la invitación del particular está en abrazar el ser reemplazable para entender que, en su verdadera materialización, en los términos arriba expuestos, está, al final, la real satisfacción.
Los dos humanos, al cabo de la respuesta inicial, y conversadores a más no poder, siguieron su camino, conversando de otros, y variados, temas.