Autogestión: la clave del clima laboral

Construir un ‘clima laboral sano’ es el resultado de la consciencia emocional y la actitud de cada individuo que hace parte de la organización, más no una responsabilidad exclusiva del área de recursos humanos.
Alejandra Parra, fundadora de Jappymind

Alejandra Parra

Fundadora de Jappymind

Cómo no recodar la filosofía estoica del líder militar y emperador romano Marco Aurelio al hablar de consciencia emocional y actitud de los individuos. Este personaje, admirado por su sabiduría, moderación y humanidad decía: "No puedes controlar todas las circunstancias que te rodean, pero puedes controlar tu actitud ante todas las circunstancias" Sin duda, una filosofía idealista, romántica e incluso virtuosa, pero al final, quizás un lema y una base sólida para fortalecer el concepto de responsabilidad que tiene cada ser humano, en el entorno que lo rodea. 

Sin ir muy lejos, y evitando los detalles y ejemplos reales, el anhelo de todas, o casi todas las compañías y sus equipos directivos, es mantener un clima laboral sano. Y entiéndase como clima laboral sano a temas y acciones que impacten con la cultura organizacional que promueva cohesión, colaboración y compromiso; ambiente físico y tecnológico adecuado; beneficios y acompañamiento con programas, cursos y talleres para mejorar el ‘ambiente’ de la compañía; relaciones interpersonales de calidad, respeto, colaboración y empatía; equilibrio entre la vida laboral y la vida personal entre muchos otros temas. 

Sin embargo, más allá ese anhelo de crear el lugar de trabajo ‘ideal’, está el verdadero cuestionamiento: ¿cómo empezar a despojar a los departamentos de recursos humanos de la carga total del clima laboral y cómo desde todos los cargos, empezar a reconocer que este tema es una responsabilidad personal?

Cabe aclarar que este argumento no es con el fin de quitarle valor e importancia a las políticas, programas e implementaciones que desde las áreas de recursos humanos se diseñan, con el objetivo de crear y mantener un ambiente saludable, productivo y satisfactorio para todos los miembros de la organización. Pero, la realidad es que cada persona que hace parte de la organización es responsable y determinante para impulsar ese ambiente laboral sano, equilibrado y adecuado.

Y aunque suena muy obvio y casi que lógico a simple vista, en el mundo acelerado, competitivo y demandante, no lo es. Por eso cabe preguntarse: ¿De qué sirven las políticas de colaboración, si en el día a día, la competencia y el ego son más fuertes? ¿De qué sirve promover un equilibrio entre la vida personal y laboral, si los líderes no respetan los horarios de sus equipos, e incluso los propios? ¿De qué sirve cada política, cada programa y cada acción, si no hay empatía, compasión e incluso respecto entre los equipos? ¿Para qué fomentar un ambiente sano emocionalmente, si no hay conocimiento de la importancia de la autogestión emocional o la ‘responsabilidad emocional’ de los individuos? ¿Para qué gastar presupuesto en implementaciones, beneficios y acciones si no hay una reciprocidad proactiva desde los colaboradores para formar un ambiente amable, saludable y equilibrado en el día a día?

La clave radica en fomentar una cultura de autogestión y responsabilidad individual en todos los niveles de la empresa de manera proactiva, lo cual implica no solo establecer expectativas claras en cuanto a la conducta y el trato entre los miembros de los equipos, sino también demostrar estas expectativas a través de los comportamientos propios. Ser ejemplo de empatía, respeto, equilibrio, balance, autogestión y autorregulación emocional, e incluso en términos de autoconocimiento, puede ser un camino efectivo en el cuidado y mantenimiento del clima laboral de una organización. 

Esto, por su puesto, implica consciencia y responsabilidad. Ser consciente del impacto de las acciones y actitudes en el ambiente de trabajo es el primer paso hacia la construcción de un entorno laboral saludable y sostenible en el tiempo. Pensémoslo de esta manera: la contribución de cada individuo se convierte en una nota en la sinfonía de la vida laboral. Como músicos en una orquesta, cada uno aporta una tonalidad única, una melodía personal que se entrelaza con las de los demás para formar una armonía que llena el ambiente. Cada persona contribuye con su esencia, su energía, su pasión. Al igual que las notas en una sinfonía, las acciones de cada individuo resuenan en el espacio laboral, creando una atmósfera que puede ser tan suave como una melodía de violín o tan poderosa como un ‘crescendo’ de una orquesta completa.

Al igual que en la música, cada nota es crucial. Una nota discordante puede desequilibrar toda la composición, mientras que una nota en sintonía puede elevar el espíritu y llevar a alturas insospechadas cada melodía. En esa sinfonía laboral, cada gesto, cada palabra, cada acto, cada detalle individual es la configuración de algo más grande: una melodía inigualable en el espacio laboral. Cuando cada persona se compromete a contribuir de manera positiva, se crea una armonía que beneficia a todos y promueve el éxito organizacional. 

La responsabilidad en este sentido es propia; es una decisión y una actitud, que solo desde el autoconocimiento y la consciencia plena, puede determinar el ambiente de la organización en los pasillos; en una videollamada; en una reunión; en un equipo entero e incluso, en la imagen que proyecta la organización de adentro hacia afuera. 

De esta forma, el ideal es que recursos humanos siga liderando, acompañando, impulsando, creando y potenciando una cultura sana y balanceada dentro de las organizaciones; y también reconocer que, si bien esta área tiene un papel fundamental en la gestión del clima laboral, su función va más allá de solucionar problemas. Es necesario promover una cultura de colaboración y responsabilidad compartida: esto implica que, desde recursos humanos hasta las áreas de liderazgo y el resto de la compañía, trabajen juntos para identificar y abordar los problemas de manera proactiva y constructiva, con la bandera de la autogestión y la proactividad en pro al bienestar. 

La comunicación abierta, el respeto mutuo y el trabajo en equipo son fundamentales para crear un entorno donde todas las personas se sientan valorados y motivadas a contribuir positivamente al éxito de la organización. Los individuos, cada uno, desde su cargo, desde su responsabilidad y su aporte a la compañía, debe ser consciente de cada palabra, cada acción, cada intención, e incluso, cada emoción consigo mismo y con los demás, dentro de la compañía. Esto es fundamental para construir o derrumbar ese anhelo de tener un espacio laboral sano y equilibrado. Indispensable entre todos, construir culturas laborales de consciencia emocional, de responsabilidad emocional, de reciprocidad y autogestión.