Quitarle la sábana al fantasma del cambio

El cambio es lo único constante en la vida; la vida implica evolución y avance. El cambio es el regalo de la vida y la vida trae regalos con el cambio. Entonces, ¿por qué tenerle miedo al cambio?
Alejandra Parra, fundadora de Jappymind

Alejandra Parra

Fundadora de Jappymind

El cambio es la excusa perfecta para aprender a aceptar y a fluir. Todo, absolutamente todo en el mundo está cambiando constantemente. Nada es estático; nada permanece y todo tiene un movimiento. Según Richard Branson, empresario y fundador de Virgin Group, “el cambio no es algo que debamos temer. En cambio, es algo que debemos recibir con los brazos abiertos y aprovechar al máximo.” 

Al observar el cambio, pocos encuentran sus beneficios y recompensas y, al contrario, aparece la incertidumbre; aquel estado de falta de certeza que termina despertando la ansiedad, como resultado de la falta de información, de la presencia de múltiples posibilidades o por la imprevisibilidad de ciertos eventos. Si cambiar es fundamental en la vida, entonces ¿por qué tenerle tanta aversión a los riesgos que traen los cambios? ¿Por qué no quitarle la sábana a ese fantasma del cambio y mirarlo a los ojos? 

Las personas tendemos a sentirnos cómodas en la seguridad de lo conocido, incluso si esa seguridad no es la ideal. Por esto, cuando hay cambios y movimientos, sobre todo en aspectos relevantes en la vida como el trabajo, las relaciones, el lugar de residencia, los temas financieros, la salud y hasta la llegada de un nuevo miembro a la familia, el fantasma del cambio aparece en los momentos cruciales para abrir una puerta oscura llamada miedo: miedo a lo desconocido. 

Cuando éramos niños, los fantasmas imaginarios que se escondían bajo la cama o en el armario, nos impedían dormir, aceleraban nuestro corazón y nos hacían sudar. Antes de acostarnos, esas presencias fantasmagóricas creadas por la mente daban alguna señal para interrumpir el sueño y permitir la llegada de un sinfín de ideas, pensamientos y videos mentales sobre los terrores de la noche. 

Con el paso de los años, estos fantasmas se han ido transformando, y aunque no han desaparecido y siguen haciendo de las suyas en las noches; dejaron de esconderse bajo la cama y hasta aparecen en plena luz del día. Es aquel fantasma del cambio que proviene precisamente de la incertidumbre; de no tener control sobre las situaciones; de los movimientos que, de una forma u otra, alteran la estabilidad y la supuesta quietud que creemos tener en nuestra vida. 

¿Cómo hicimos cuando niños para dejar de temer al fantasma que se escondía en el armario? Sencillo: abriendo al armario. Observando que ahí no había más que juguetes o ropa. ¿Cómo hacemos ahora de adultos para quitarle la sábana de fantasma al cambio? Aceptando y actuando ante las posibilidades. 

Nada, absolutamente nada en la vida está garantizado y aunque suena a frase cajón, esto es lo que más olvidamos en nuestra vida. Creemos que todo lo que tenemos hoy, estará mañana como un acto de profunda confianza ante la vida; y por favor, evitemos malentendidos:  no está mal sentir confianza, por el contrario, es un acto de entrega y retribución, pero la realidad es que todo va cambiando; a un ritmo que no controlamos y por caminos que desconocemos. 

En la física cuántica, por ejemplo, el cambio no es lineal ni predecible, sino más bien una danza caótica de probabilidades y superposiciones. Del mismo modo, en nuestras vidas, el cambio rara vez sigue un curso preestablecido; es más bien una amalgama de posibilidades que se entrelazan formando caminos y senderos. Esta perspectiva cuántica nos invita a dejar de lado la ilusión de control absoluto sobre nuestras vidas y a abrazar la incertidumbre inherente al proceso de cambio. En lugar de resistirnos a lo desconocido, podemos aprender a fluir con él, adaptándonos a las circunstancias cambiantes con resiliencia y tomando acción frente a aquello que si se puede controlar en los momentos de cambio, es decir lo que corresponde a nivel emocional, mental y actitudinal de manera 100% personal. 

Quitarle la sábana al fantasma es poder mirar la situación de cambio a los ojos y poder recibirlo con los brazos abiertos. Es entender que todas y cada una de las decisiones que en la vida hemos tomado, nos han llevado hasta este lugar, a enfrentarnos a estos movimientos y a experimentar los ajustes que se requieran para avanzar. Mirar a los ojos al cambio es poder entender que tenemos el control exclusivamente de lo que nos corresponde a nivel personal, pero nada más de lo externo hace parte de nuestras prioridades y muchos menos, de nuestro margen de acción. 

Al quitarle la sábana al fantasma del cambio, entendemos que bajo ella no hay suposiciones, no hay espacio para hacer conjeturas, presunciones o crear hipótesis del futuro; lo único que hay es el momento presente, la realidad de la situación, y solo desde ese momento presente se puede actuar y se puede ver con claridad las múltiples posibilidades y los grandiosos regalos que trae el cambio.