Relajarse

Se supone que estar relajado permite una atmósfera más propicia para la creatividad y la productividad, evitar las presiones innecesarias aportaría considerablemente en la forma como vemos cualquier aspecto de nuestras vidas y de nuestros trabajos.
Mario Suárez

Mario Suárez

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Un día Steve Jobs decidió vestirse de negro totalmente dizque para ahorrar tiempo y energía no teniendo que pensar en cómo verse todos los días. Luego Mark Zuckerberg lo siguió y de ahí en adelante todos los nuevos millonarios de Silicon Valley siguieron sus ejemplos. Por supuesto cambiaron la forma como se visten los millonarios y los empresarios. Ahora siempre van en jeans, tenis y camiseta de un solo color. 

Desde que los multimillonarios ya no se visten en saco y corbata, los 'dress codes' de las empresas también cambiaron y se relajaron, ya no es necesario que todos vayan a trabajar como si fueran a un matrimonio. Al menos la ropa se relajó un poco y seguro también la manera como se ve y se asume el trabajo. Las aerolíneas dejaron de vestir a sus auxiliares de vuelo con tacones y en muchas hasta se les permite usar tenis, por supuesto más relajados.

Si vemos, no solo la ropa sino también los horarios se relajaron, cada vez más flexibles e incluso no de largo una sola jornada y ni siquiera tienes que ir a la oficina si no es necesario, por lo tanto la forma como asumimos el día a día también ha cambiado para ser más relajado incluso con la opción de hacer otras diligencias personales en medio de un día de trabajo normal. 

Asumimos que esto hace ver el trabajo más relajado y mezclado con la vida diaria. Por supuesto, después de la pandemia, todo cambió y se volvió aún más relajado, pues obligaron a que no todos los días toque desplazarse para llegar hasta el sitio de trabajo, por lo tanto no hay que vestirse, perder un buen tiempo en el tráfico y así infinidad de aspectos que relajan mucho más la vida.

Hace varios años ya, los bancos eran incapaces de tener una imagen corporativa fresca y relajada que no tuviera letras en bold, gigantes y serifadas siempre en gris y azul oscuro. Les hacía sentir que esto proyectaba solidez y confianza hasta que un día a algún genio publicitario se le ocurrió hacer un chiste sobre el lugar donde guardas tu dinero y ahí cambió las reglas de la forma como se comunican los bancos, permitiéndose ser más cercanos y divertidos y por supuesto cambiando también la imagen, con una casita y letras menos pesadas. 

Hoy en día esperamos que esa comunicación más relajada nos divierta en medio de eventos deportivos cada cuatro años. Hoy todos los bancos lo hacen, ya hace un buen tiempo cambiaron sus imágenes y sus logotipos. Sus tipografías hoy son menos rígidas y su comunicación más fresca, más relajada. Es decir, se relajó la imagen y la comunicación y por lo tanto, también la manera como se hacen negocios con los bancos.

La comunicación B2B que antes fuera tan rígida, plana y sin mayor emoción adicional al mensaje y el producto que se ofrece, cada día trata de abordar más la emoción y la cercanía para llegarle al personaje de turno que está detrás de un cargo, dejando de lado la falsa idea de que como estamos trabajando tiene que ser serio y no permitirse ningún tipo de flexibilidad ni diversión, como si los seres humanos pudiéramos dejar de serlo por un segundo.

La comida que antes siguiera los patrones franceses de la elegancia con comida en el centro de un plato blanco impecable con algún detalle en letras doradas y alguna salsa dibujando alguna forma especial, cocinado todo esto por un tipo vestido de blanco pulcro con un sombrero alto también blanco y sirviendo en mesas con manteles impecablemente blancos con múltiples cubiertos a lado y lado del plato, ya no fue más. 

Francis Mallman, un chef argentino después de -según él mismo- “posar por muchos años de cocinero de comida francesa”, decidió quitarse el sombrero largo, dejar de imitar estereotipos de cocineros franceses y decidió cocinar papas de maneras tradicionales y ancestrales de latinoamérica, justo en ese momento empezó a ser reconocido mundialmente. 

Por supuesto enterrar papas para luego ser tapadas con piedras calientes en medio de madera encendida en fuego, exigía ya no tener que vestir el blanco impoluto que antes fuera un distintivo, por lo tanto se relajó y su cocina también y sus platos también y sus comensales fueron más felices.

Hoy vemos cocineros de todos los estilos, todos más relajados y haciendo preparaciones que en el pasado fueran banderas del mal gusto o aberraciones gastronómicas. Hoy es común en reuniones importantes dar comida que se pueda comer más fácil y no por esto dejar de ser elegante. Lo relajado ya no es únicamente la forma como se visten los invitados.

Se supone que estar relajado permite una atmósfera más propicia para la creatividad y la productividad, evitar las presiones innecesarias aportaría considerablemente en la forma como vemos cualquier aspecto de nuestras vidas y de nuestros trabajos.

Ahora, del otro lado podríamos ver también que estar más relajados podría prestarse para malos entendidos especialmente en relaciones jerárquicas laborales, pues puede ser malinterpretado, sobre todo en estos tiempos donde cualquier comentario aún sin la intención puede ofender a muchos. Y por qué no pensar que muchos podrían aprovecharse de esa “relajación” para no hacer lo que se debe.

Según algunos psicólogos investigadores, el estar preparado especialmente en términos de vestimenta, ayuda a que la mente también se prepare y responda mejor al trabajo.

Por todo esto, ¿seguiremos siendo partidarios de ser más relajados en el futuro o volveremos a la forma como antes hacíamos las cosas?