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Tuberías en mal estado: un riesgo silencioso para la salud pública
Las tuberías en mal estado elevan riesgos sanitarios en Colombia: fugas, corrosión y redes obsoletas comprometen la calidad del agua potable.
Viernes, Diciembre 12, 2025
Las tuberías en mal estado se han convertido en uno de los riesgos menos visibles pero más críticos para la salud pública en Colombia. A pesar de los avances en plantas de tratamiento, la calidad del agua puede deteriorarse en el trayecto final hacia los hogares debido a redes envejecidas, fisuras e infiltraciones que permiten el ingreso de contaminantes biológicos y químicos, según alertan expertos del sector hídrico.
El problema afecta tanto a zonas rurales como urbanas. De acuerdo con cifras del DANE, cerca del 20 % de los hogares rurales aún no cuenta con acceso a agua apta para consumo humano, mientras que en las ciudades el principal riesgo está asociado a la antigüedad de las redes, muchas de ellas con décadas de uso y materiales obsoletos.
Cómo las tuberías en mal estado contaminan el agua potable
Cuando las redes de acueducto presentan grietas, uniones defectuosas o corrosión, se rompe la barrera sanitaria que protege el agua tratada. En estos casos, se produce un fenómeno conocido como presión negativa, que permite la entrada de aguas residuales o contaminantes del suelo a la red limpia, incrementando el riesgo de enfermedades.
A esto se suma el uso histórico de materiales que, con el paso del tiempo, liberan metales pesados y subproductos tóxicos. La Organización Mundial de la Salud ha reiterado que la mala calidad del agua está directamente relacionada con enfermedades gastrointestinales agudas, afectando principalmente a niños y poblaciones vulnerables.
“Un tubo averiado no es solo un problema de pérdida de recursos, es una fractura en la barrera sanitaria que compromete directamente el bienestar de las familias”, explicó Yurani Palacios, gerente de Sostenibilidad y Responsabilidad Social de Pavco Wavin.
Pérdidas de agua y riesgo sanitario: una doble amenaza
El deterioro de la infraestructura hídrica no solo implica riesgos para la salud, sino también impactos económicos y ambientales. Datos del Ministerio de Vivienda y de la Superservicios indican que las pérdidas de agua potable superan el 40 % en algunos municipios, una cifra que refleja fugas constantes y fallas estructurales.
Cada punto de pérdida representa un potencial foco de contaminación. Garantizar redes herméticas, no corrosivas y duraderas se convierte así en el primer escudo sanitario para proteger la salud de millones de personas y asegurar la eficiencia del sistema.
Infraestructura hídrica: una prioridad de salud pública
Desde la industria, el enfoque ha evolucionado hacia soluciones de alta ingeniería, con materiales no corrosivos, mayor resistencia a la presión y sistemas que reducen las fisuras durante la instalación. Estas tecnologías disminuyen el tiempo de exposición de la red a riesgos externos y mejoran la seguridad del agua desde la fuente hasta el grifo.
Palacios enfatiza que “la inversión en calidad de la red es, ante todo, una inversión en salud pública”, subrayando que la infraestructura hídrica es un componente esencial del bienestar colectivo y no solo un asunto técnico.
Un desafío que exige acción coordinada
Abordar el deterioro de las tuberías requiere una respuesta articulada entre gobiernos, empresas de servicios públicos e industria, con planes de renovación de redes, monitoreo permanente y educación ciudadana. La llamada “infraestructura invisible” cumple una función crítica: llevar agua segura y confiable a cada hogar.
Mientras el país avanza en cobertura, el reto ahora es calidad y sostenibilidad. Sin una modernización integral de las redes, los esfuerzos en tratamiento de agua seguirán siendo insuficientes frente a un riesgo que avanza silenciosamente bajo tierra.