Carta al CEO
¡Un llamado de atención para Colombia por su pérdida de libertad económica!
Colombia desciende en el Índice de Libertad Económica, alertando sobre la necesidad urgente de reformas progresivas para garantizar una recuperación económica firme y equitativa en 2024.
Martes, Febrero 27, 2024
Por: Pablo Morales Mosquera; editor de Revista C-Level.
La reciente publicación del Índice Mundial de Libertad Económica, que ha relegado a Colombia desde un puesto de relativo respeto en términos de libertad económica al temido rango de "mayormente no libre", es una campanada de alarma que debe resonar en todos los rincones de la sociedad. Deslizándose desde la posición 62 a la 84, el país ve reflejado en números fríos la consecuencia de políticas cuestionables y la creciente mano estatal en asuntos económicos.
Esta pérdida no es solo una cuestión de orgullo nacional o de competencia internacional. El descenso tan significativo es indicativo de una serie de prácticas y regulaciones que, aunque puedan haber sido implementadas con intenciones positivas, están creando un campo de juego restrictivo para aquellos que buscan innovar, emprender y fortalecer la economía desde sus bases.
La nación que una vez se vanagloriaba de su "libertad moderada" ahora se asocia más estrechamente con países que históricamente han enfrentado retos significativos en términos de desarrollo económico y político. Es imperativo que se tome consciencia de que este no es solo un declive en una tabla posicional, sino un reflejo de políticas que restringen el potencial de crecimiento y margina toda posibilidad de lograr una prosperidad más equitativa y sostenible en el largo plazo.
El informe de la Fundación Heritage y los análisis subsiguientes, tales como los proporcionados por Libertank, no deben ser vistos como un simple dedo acusatorio, sino como una crítica constructiva hacia la intervención estatal excesiva y otros factores como la corrupción y una justicia susceptible a influencias políticas. Estos elementos se entrelazan para tejer un tejido social y económico que sofoca el dinamismo empresarial y frena nuestra capacidad de avanzar hacia un futuro próspero.
Los ejemplos de países como Singapur, Suiza e Irlanda, con sus altas puntuaciones en el índice, deben servir como faros que nos guíen hacia una gestión económica donde la libertad y la regulación coexistan en equilibrio, promoviendo la innovación y la competencia leal sin descuidar la responsabilidad social y ambiental.
Es hora de que Colombia tome cartas en el asunto, identifique las deficiencias en su política económica y trabaje para restaurar un ambiente donde las libertades económicas se fortalezcan. Recordemos que el retroceso no es un destino inevitable, sino una advertencia que tenemos el poder de atender y corregir. Los colombianos merecen un sistema que empodere sus esfuerzos y recompense su ingenio, uno que vea la libertad económica no como un riesgo, sino como la senda hacia una sociedad más próspera y justa.
Perspectivas de la economía colombiana en 2024
La economía colombiana, al alba de 2024, da muestras de una recuperación titubeante, arrastrando aún las consecuencias de una pandemia mundial y agobiada por la incertidumbre tanto interna como externa. El legado del covid-19 y los eventos internacionales como la invasión rusa a Ucrania, han dejado cicatrices en forma de inflación y desempleo, aunque ambos fenómenos han moderado su intensidad en comparación con años anteriores.
2023 cerró con un crecimiento económico que apenas si logró equiparar al demográfico, y la inversión en capital fijo ha mantenido una tendencia decreciente por cuatro trimestres, revelando un claro retroceso respecto al periodo anterior a la pandemia. Sin embargo, es crucial mirar más allá de estos sombríos indicadores para comprender el verdadero estado de la economía y las oportunidades que podrían surgir.
Visiones a corto plazo: ¿Recuperación o recesión?
Pese a los nublados pronósticos y la amenaza constante de una recesión técnica, la economía colombiana ha evitado caer en esta clasificación por estrecho margen. Este hecho, lejos de ser un motivo de complacencia, debería impulsarnos a indagar sobre las acciones necesarias para garantizar una recuperación firme y sostenible.
La inversión en capital fijo, un indicador clave de la salud económica, presenta su propia narrativa de advertencia con una tendencia decreciente, sin precedentes desde 2005, excluyendo el periodo pandémico. Este retroceso en la inversión refleja la necesidad urgente de políticas económicas que no solo estimulen la inversión sino que además fomenten la diversificación de la economía, alejándose de la dependencia de los hidrocarburos y la minería como pilares.
La política pública como motor de cambio
Es momento de que el gobierno colombiano apueste por una política fiscal moderadamente expansiva, enfocando esfuerzos en mejorar la ejecución de la inversión pública y apoyando políticas sectoriales como la reindustrialización. La deuda neta del gobierno, que se encuentra en niveles prudentes, abre un espacio para considerar el uso contracíclico de la deuda pública, especialmente para financiar la inversión.
La coyuntura actual exige una reflexión profunda sobre el rumbo de las reformas laboral, pensional y de salud que se discuten en el Congreso. Dichas reformas, lejos de perpetuar un status quo reprobable, deben ser vistas como oportunidades para avanzar en regulación económica y diseño institucional, sumando valor al tejido social y económico del país.
Hacia un 2024 de decisión y acción
La economía colombiana se encuentra en un punto de inflexión: o se toman medidas decididas y efectivas que propicien una recuperación robusta, o se cede ante la inacción y la conformidad, perpetuando una situación de mediocridad económica. En este sentido, el papel de las autoridades económicas, junto con el Legislativo, será determinante para definir la ruta a seguir.
Una apuesta por la inversión en capital humano, la innovación y una mayor inclusión financiera podrían coadyuvar significativamente a superar los desafíos actuales. Asimismo, la implementación de políticas que fomenten la reindustrialización y reduzcan la dependencia de sectores volátiles podría marcar la diferencia en la senda de la recuperación económica.
La reactivación económica no se logrará únicamente con políticas monetarias y fiscales. Se necesita una visión holística que incorpore una perspectiva legislativa proactiva y coherente con las necesidades de una economía en evolución, así como una apuesta firme por la estabilidad y la seguridad, factores clave para el fomento de la inversión y la generación de empleo.
En síntesis, 2024 se perfila como un año decisivo para la economía colombiana, un año en el cual las políticas públicas, la inversión y un entorno legislativo favorable serán cruciales para determinar si optamos por la senda de la recuperación o si nos conformamos con ser meros espectadores de nuestro destino económico.
En fín…
El panorama económico, dibujado por la caída en el Índice Mundial de Libertad Económica, resulta inquietante. Esta situación no sólo amenaza la competencia internacional y el orgullo nacional, sino que impide la posibilidad de un crecimiento equitativo y a largo plazo. Así, Colombia necesita reconocer la urgencia de cambiar su curso actual, mirar a los ejemplos de naciones económicamente libres como Singapur, Suiza e Irlanda, y adoptar políticas que fomenten un ambiente equilibrado de libertad económica y responsabilidad.
En 2024, el país se enfrenta a una recuperación económica vacilante aún marcada por la huella de la pandemia mundial y la incertidumbre doméstica y global. Las cifras evidencian que la inversión en capital fijo ha mantenido una tendencia decreciente, una señal de retroceso frente al periodo antes de la pandemia. Sin embargo, lejos de ser un motivo de complacencia, esto debe impulsar a los encargados de tomar decisiones a buscar estrategias que garanticen una recuperación firme y duradera. En este sentido, se necesita de una política fiscal expansiva moderada, mayor inversión pública y la instauración de una política de reindustrialización.
Para este año en curso, es fundamental que se tomen decisiones y acciones que fomenten una recuperación robusta. Esto implica una inversión en capital humano, la promoción de la innovación, una inclusión financiera más amplia, y reformas legislativas centradas en la estabilidad y seguridad. También es esencial mirar más allá de las políticas monetarias y fiscales y adoptar una visión holística que tenga en cuenta las necesidades cambiantes de una economía en evolución.