Carta al CEO
El Fenómeno de El Niño y sus estragos económicos
El Fenómeno de El Niño amenaza con desacelerar la economía colombiana, afectando especialmente los sectores agropecuario y energético. Es urgente actuar.
Martes, Enero 30, 2024
Por: Pablo Morales Mosquera; editor de Revista C-Level.
La economía es una danza intrincada de numerosos hilos que surgen de todos los rincones del espectro de la actividad humana, y no hay absolutamente nada en nuestra vida que pueda permanecer inmutable a sus fluctuaciones. Incluso fenómenos naturales como el fenómeno de El Niño pueden entrelazar sus dedos invisibles en los engranajes económicos e interrumpir su ritmo.
En el entramado de la economía colombiana, dos motores importantes son el sector agropecuario y el energético, ambos altamente sensibles a los fenómenos climáticos. En medio de un fuerte episodio de El Niño, estamos observando una perspectiva alarmante: estos sectores están proyectados para crecer un 0,3 puntos porcentuales menos en comparación con un escenario climático neutro. ¿Qué significa esto?
Pues bien, los efectos de este modesto 0,3% pueden no parecer tan sobresalientes a primera vista, pero una mirada más profunda revela su potencial destructivo. Traducido a términos económicos reales, esto implicaría un impacto aproximado de 0,04 puntos en la producción nacional para 2024. En otras palabras, el crecimiento económico del país se desacelerará.
El sector agropecuario, principal proveedor de alimentos para la población, es particularmente sensible a las variaciones climáticas, sufriendo disminuciones de rendimiento y pérdidas de cultivo ante fenómenos como El Niño. Por su parte, el sector energético, que depende en gran medida de la hidroelectricidad, también se ve afectado por la disminución del caudal de los ríos como resultado del fenómeno climático.
Por lo tanto, tenemos una amenaza doble: una menor disponibilidad de alimentos y agua que se traducirá en precios más altos (inflación), y un desaceleración en la producción energética. Este último afectará especialmente a las regiones más pobres y aisladas del país, donde la infraestructura energética es más dependiente de los recursos hídricos y por ende, más vulnerable a El Niño.
Los impactos económicos no son solo números. Son la representación de vidas humanas, de familias que pueden encontrar más difícil poner comida en la mesa o calentar sus hogares. Subtextualmente, nos recuerdan cómo el cambio climático puede traer consigo variaciones más extremas y frecuentes en el clima, exacerbando los efectos de fenómenos como El Niño.
El tiempo para la intervención proactiva es ahora. Desde el desarrollo de una agricultura más resiliente, hasta la diversificación de nuestras fuentes de energía, son soluciones a largo plazo que debemos considerar. También es esencial que el gobierno y el sector privado trabajen conjuntamente para desarrollar medidas de mitigación y estrategias de adaptación eficaces.
En definitiva, resulta necesario aceptar que la economía no es un castillo en el aire, y que eventualmente tenemos que lidiar con la realidad de un mundo finito. El Niño, al igual que otros desafíos ambientales y climáticos, es un recordatorio potente de esta verdad inquebrantable.
Incendios forestales y El Niño: Desastres naturales que afectan la economía
El 2024 trae consigo fenómenos naturales preocupantes que amenazan la economía nacional. El Niño se ha manifestado con fuerza, evidenciado por la baja humedad, pocas precipitaciones, altas temperaturas, niveles decrecientes en embalses e incendios forestales. El impacto negativo en la producción agrícola y energética preocupa a los sectores económicos y a la población en general.
Agricultura en riesgo
De acuerdo con el informe de Corficolombiana 'El regreso del fenómeno de El Niño en la escena global', productos como fique, yuca, palma de aceite y cebada sufrirían una disminución en la producción debido al fenómeno de El Niño. La actividad económica en el sector agrícola decrecería un 0,5 puntos porcentuales (p. p.), afectando negativamente la productividad del sector.
Este evento meteorológico también impactaría a los trabajadores agropecuarios, especialmente aquellos dedicados a cultivos influenciados por temperatura. Esto es especialmente preocupante para los hogares de bajos ingresos. El Niño también ha generado presiones inflacionarias en los alimentos durante las últimas dos décadas, impactando significativamente los productos perecederos.
El sector frutihortícola también se verá afectado, ya que el exceso de temperatura perjudica la floración de los cultivos. Aunque algunas frutas, como el mango y el limón, pueden beneficiarse del calor, en su mayoría la agricultura experimenta consecuencias negativas.
Ganadería y pérdidas económicas
En cuanto a la ganadería bovina, la Federación Nacional de Ganaderos (Fedegán) reporta pérdidas de $122.400 millones en sólo 45 días desde la llegada del fenómeno de El Niño a Colombia. De esta cifra, 105.795 millones de pesos corresponden a la producción de leche.
En el sector energético, Corficolombiana prevé una contracción de 0,6 p. p. La disminución en los niveles de embalses afecta la producción de energía hidroeléctrica. Aunque los precios en bolsa se mantendrían por debajo del precio de escasez, esta contracción es motivo de preocupación.
Los desastres naturales como los incendios forestales y el fenómeno de El Niño pueden tener consecuencias devastadoras en la economía del país. La disminución de la producción agrícola y energética, así como el impacto en la población trabajadora y los hogares más necesitados, exige que se tomen medidas proactivas para proteger los intereses económicos y sociales del país.
Es necesario adaptar la agricultura, desarrollar prácticas resistentes a las fluctuaciones del clima y buscar fuentes alternativas de energía en el largo plazo. Además, el gobierno y el sector privado deben colaborar para desarrollar estrategias de mitigación y adaptación adecuadas y eficaces en un mundo cada vez más afectado por variaciones climáticas extremas.
Los altos costos económicos del fenómenos de El Niño a nivel global
El fenómeno de El Niño prepara su entrada devastadora en los próximos meses y la economía global se encuentra en la mira. Los científicos indican que existe un 90% de probabilidad de que este fenómeno climático se extienda hasta fines de este año y principios de 2024, llegando con una fuerza que va a traer cambios dramáticos en los patrones del clima a nivel mundial. Este pronóstico viene con un precio alto, con los costos económicos globales estimados en torno a los US$3.4 billones en los próximos cinco años.
Es esencial enfocarse en las imágenes desalentadoras de épocas anteriores, como los eventos de 1982 y 1998, cuyas secuelas redujeron la economía de Estados Unidos un 3% en la década sucesiva. Al repetirse la historia a escala similar, la economía estadounidense podría sufrir pérdidas de hasta $699 mil millones. Pero la situación es aún más sombría para las naciones del Pacífico, como Perú e Indonesia, que sufrieron una caída del 10% en la producción económica en los años posteriores a estos eventos climáticos.
El Niño no es solo una tormenta devastadora de la que las economías pueden recuperarse de inmediato; su golpe es duradero. Además de las pérdidas económicas directas, también existen daños colaterales tales como la irrupción en la cadena de suministro de alimentos y las pérdidas en cultivos debidas a inundaciones o sequías. El sistema de seguros, lamentablemente, no cubre adecuadamente los deslizamientos de tierra y las inundaciones, dejando a las economías, las empresas y los hogares expuestos a estos costos devastadores.
Este fenómeno amplifica los desafíos existentes en la gestión de la salud pública, haciendo que las enfermedades infecciosas sean más prevalentes en áreas propensas a la propagación de insectos y roedores. El Niño es un enemigo invisible que no solo desborda ríos y deforma costas, sino que impulsa la temperatura de nuestro planeta hacia límites peligrosos. Estos eventos son un llamado a la acción para que las naciones se unan en la formulación de estrategias destinadas a disminuir la frecuencia y la intensidad de este fenómeno climático y a proteger nuestras economías y poblaciones de su embate. Cobijar a nuestro planeta no es solo una cuestión de responsabilidad social y ambiental, sino también una apuesta económica que no podemos permitirnos perder.
El panorama es claro…
Acorde a lo expuesto, el Fenómeno de El Niño no es un simple evento climático aislado, sino que está íntimamente ligado a la economía global y la nacional. Sectores vitales como la agricultura, la ganadería y la energía se ven directamente afectados por sus consecuencias, causando impactos significativos en la productividad y en la vida cotidiana de las personas. Tales efectos, entre ellos la inflación de precios de alimentos, la disminución de la producción energética y las pérdidas económicas, deben ser tomados en cuenta proactivamente.
Es imprescindible adoptar una visión a largo plazo que permita a gobiernos y sectores privados desarrollar y aplicar estrategias de adaptación eficientes. Esto incluye la promoción de una agricultura más resistente a las variaciones climáticas y la diversificación de las fuentes de energía. Por otra parte, es fundamental trabajar en medidas de mitigación para contrarrestar los efectos devastadores de fenómenos como El Niño y salvaguardar la economía.
En definitiva, el Fenómeno de El Niño es una prueba más de que las variaciones climáticas no sólo afectan al medio ambiente, sino que también influyen fuertemente en la economía. Ante este escenario, se hace urgente que todas las naciones trabajen en conjunto para afrontar este desafío, minimizando la frecuencia y la intensidad de eventos climáticos extremos. Proteger nuestro planeta es un imperativo no sólo ambiental y social, sino también económico.