
Carta al CEO
La fragilidad de las relaciones internacionales de Colombia: el peso del presidencialismo
El presidencialismo en Colombia expone al país a decisiones impulsivas en política exterior. ¿Cómo evitar que un tuit defina nuestras relaciones internacionales?
Viernes, Enero 31, 2025
El reciente episodio entre Gustavo Petro y Donald Trump ha vuelto a poner en evidencia la fragilidad de las relaciones internacionales de Colombia y el riesgo que supone un modelo político excesivamente centrado en la figura del presidente.
En un sistema presidencialista donde el mandatario tiene amplias facultades para tomar decisiones en política exterior sin un contrapeso significativo, el país queda expuesto a la volatilidad de un solo actor.
El uso de redes sociales en horas de la madrugada para emitir comentarios y decisiones unilaterales ha demostrado ser un factor desestabilizador. Petro, al igual que otros líderes con tendencias populistas, ha hecho de Twitter su principal canal de comunicación diplomática, dejando de lado los mecanismos institucionales y la prudencia que requiere la política exterior. Un tuit impulsivo puede generar conflictos innecesarios y deteriorar alianzas clave, algo que el país ya ha experimentado en distintas ocasiones.
El incidente con Trump y su amenaza de imponer aranceles del 25% a las importaciones colombianas es un recordatorio de cómo una diplomacia improvisada puede traer consecuencias económicas y políticas de gran impacto.
En lugar de articular una estrategia de negociación estructurada y basada en el trabajo del Ministerio de Relaciones Exteriores, la reacción presidencialista colocó a Colombia en una posición de vulnerabilidad innecesaria.
Presidencialismo: Un modelo político sin contrapesos
Colombia ha operado durante décadas bajo un esquema de concentración de poder en la presidencia, donde el Congreso y la Cancillería tienen un papel secundario en las decisiones clave de política exterior. Esta falta de equilibrios hace que la agenda internacional del país dependa en gran medida de la personalidad y postura ideológica del presidente de turno, lo que genera inconsistencias en las relaciones con potencias y aliados estratégicos.
Países con modelos más balanceados, donde el legislativo y las instituciones diplomáticas tienen mayor incidencia, logran mantener relaciones internacionales estables, independientemente de la ideología del gobernante de turno.
Colombia, por el contrario, sigue atrapada en una dinámica donde las decisiones en política exterior pueden ser tomadas desde un celular y sin mayor discusión interna.
Hacia una diplomacia más institucional y menos personalista
Si Colombia aspira a consolidar su posición en el escenario internacional, es urgente replantear la manera en que se toman decisiones diplomáticas. Se requiere una mayor institucionalización de la política exterior, con mecanismos que impidan que un solo individuo, por convicciones personales o impulsos momentáneos, pueda comprometer los intereses nacionales.
La creación de un consejo de política exterior con la participación de distintos sectores políticos, académicos y empresariales podría ser un paso hacia una diplomacia más sólida y predecible.
Asimismo, se deben fortalecer los procesos legislativos que permitan al Congreso ejercer un rol más activo en la aprobación y supervisión de decisiones clave en materia internacional.
La política exterior no puede estar supeditada a la coyuntura ideológica de un mandatario ni a la improvisación de publicaciones en redes sociales.
Colombia debe aprender de este y otros episodios recientes para construir una diplomacia de Estado, no de gobierno, que garantice estabilidad, coherencia y credibilidad en el mundo.