Carta al CEO

Nuevos mandatarios, nuevas esperanzas

A medida que el mapa político se reconfigura, vemos de manera optimista una oportunidad para un cambio positivo y para trabajar en armonía con el Gobierno Nacional.
Martes, Enero 2, 2024

Por: Pablo Morales Mosquera; editor de Revista C-Level.

El pasado lunes primero de enero se posesionaron los alcaldes y gobernadores elegidos por voto popular el 29 de octubre de 2023. Para este primer mes del año, las ciudades y regiones en todo el país experimentarán un cambio de mando significativo. Los nuevos dirigentes han asumido el control, una transición que marca el comienzo de una nueva fase para el poder local. A medida que el mapa político se reconfigura, veo de manera optimista una oportunidad para un cambio positivo y para trabajar en armonía con el Gobierno Nacional.

A pesar de las marcadas diferencias ideológicas y el surgimiento de movimientos de derecha en muchas áreas, la importancia de la cooperación entre los responsables políticos locales y el poder ejecutivo nacional no puede ser subestimada. 

En el centro del mensaje del presidente Gustavo Petro, en su discurso de cierre de año, destacó: "Es a partir del programa de transformación del territorio que se puede construir la paz y una mejor seguridad del país”.

Las elecciones pasadas marcaron un triunfo para viejos conocidos como Carlos Fernando Galán en Bogotá, Federico Gutiérrez en Medellín y Alejandro Char en Barranquilla. Estas victorias parecen representar un retroceso al ‘status quo’ y una derrota para la izquierda política en las grandes ciudades. Sin embargo, es posible concebir esta transición no como un contragolpe a los esfuerzos por un cambio significativo, sino como una oportunidad para la construcción de puentes y la cooperación.

Dada la necesidad apremiante de abordar cuestiones de seguridad, movilidad y equidad en las diversas regiones, existe un imperativo claro para encontrar puntos de acuerdo y cooperar más allá de las diferencias ideológicas. La relación entre los mandatarios locales y el presidente Petro será crucial para formular e implementar políticas que beneficien a las ciudades, los departamentos y al país en general.

Un área que ya ha generado interés es el desarrollo del metro de Bogotá, un proyecto que, aunque principalmente local, tiene un gran peso simbólico para un país como Colombia, marcado por su centralismo. Las divergencias en torno a la construcción del proyecto entre Petro y la alcaldía de Claudia López pueden considerarse no como un obstáculo insalvable, sino como una oportunidad para establecer una cohabitación productiva y un ejemplo a seguir para el resto del país.

Análisis en las regiones

Lo cierto es que los recientes debates políticos y las elecciones en Colombia destacan el surgimiento de poderes conservadores y la persistencia de clanes políticos tradicionales. Los resultados de los comicios en Antioquia, Santander y la Costa Caribe reflejan hasta qué punto estos grupos han consolidado su poder. Bajo el mandato del contradictorio electorado, la dirección política del país parece oscilar en la intersección entre el surgimiento de la derecha y el retorno de los viejos poderes.

El triunfo de Andrés Julián Rendón, del Centro Democrático, y el exalcalde Federico Gutiérrez, en Antioquia y Medellín respectivamente, resalta cómo la región más rica de Colombia ha tendido hacia la derecha política más que nunca en los años recientes. El ‘chisporroteo’ inicial entre el gobernador Rendón y el presidente Petro sobre las decisiones mineras en el departamento simboliza la erosión de la relación entre el Gobierno y los gobernadores y alcaldes en estas regiones.

La Costa Caribe ilustra una situación similar, en donde el regreso al poder de Eduardo Verano y Alejandro Char - figuras envolventes de varios escándalos de corrupción - denota la fortaleza de los clanes familiares. La negativa de los ciudadanos a abandonar lo conocido por lo desconocido es un eco perturbador del arraigo de los poderes tradicionales en la política regional.

La situación en Bucaramanga y Santander, con la elección del conservador pastor cristiano Jaime Andrés Beltrán y el excomandante del Ejército Juvenal Díaz, respectivamente, sugiere un giro decidido a la derecha. Ambos casos demuestran una pérdida de apoyo al presidente Petro en regiones donde los candidatos de derecha y aquellos con el respaldo de partidos políticos tradicionales están tomando el control.

En el Valle Del Cauca y en Cali, el regreso de poderes tradicionales también es evidente. Alejandro Eder, proveniente de una de las familias más adineradas de la región, asume el cargo como alcalde de Cali, mientras que Dilian Francisca Toro, antigua presidente del Partido de La U, recupera su posición como gobernadora en el Valle Del Cauca.

No obstante, la victoria unánime de las figuras políticas conservadoras no es generalizada. La elección de Mikhail Krasnov, sin filiación política, como alcalde de Tunja, y de Nubia Carolina Córdoba, la primera mujer elegida como gobernadora en el Chocó, pueden indicar que algunos segmentos de la población buscan cambiar el status quo.

A pesar de los resultados electorales que apuntan a un giro hacia la derecha y el regreso de los poderes tradicionales, aún queda un margen para las negociaciones, las alianzas y los acuerdos burocráticos entre el Ejecutivo y los grupos y clanes políticos tradicionales. Las excepciones y sorpresas electorales sugieren que, aunque la consolidación de la derecha y los poderes tradicionales sea fuerte, no necesariamente indica una victoria unánime ni la imposibilidad de vinculaciones políticas productivas en el futuro.

Ahora bien, aunque el regreso de la política local a los poderes tradicionales y una fuerte tendencia hacia la derecha puedan parecer un obstáculo para el presidente Gustavo Petro, es importante recordar que la política es una arena negociable y fluida. Las relaciones de mutua necesidad entre mandatarios locales, congresistas y el ejecutivo, abren una ventana para formar alianzas o acuerdos burocráticos que pueden contribuir al desarrollo socioeconómico del país.

Definitivamente, aunque el cambio de paradigma en la política local puede parecer desalentador, es posible adoptar una perspectiva positiva y ver esta nueva fase como una oportunidad para la colaboración y la mejora en pro del bienestar general del país.