Conspiranoia

Las teorías conspirativas fascinan por su capacidad de entretener y cuestionar la realidad, jugando con la narrativa y la historia humana.
Mario Suárez

Mario Suárez

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Las teorías conspirativas siempre me han fascinado. No por la posibilidad de que sean reales, sino por su capacidad de entretener. El storytelling empleado en ellas es muy particular y parte de un principio básico de realidad que abre la puerta a todas estas posibilidades. Bien sabemos que la historia, y todo lo que ocurre en la vida de los humanos, es en gran medida storytelling.

Las teorías conspirativas son narraciones que suponen que la realidad, tal como la vemos, tiene otra cara: una cara que ha sido manipulada por algún grupo de personas con intereses económicos y políticos, lo que les genera beneficios. Lo sorprendente de estas explicaciones alternativas es que logran captar un gran interés.

Tan solo pensar en la posibilidad de que el gobierno de los Estados Unidos realmente tenga OVNIS y extraterrestres en el Área 51 ya es suficiente para crear cientos de películas. Suponer que Neil Armstrong y sus dos acompañantes (Buzz Aldrin y Michael Collins) en la misión Apolo 11 con destino a la Luna nunca salieron de la Tierra, y que todo lo que vimos sobre el alunizaje fue una producción de Hollywood dirigida por Stanley Kubrick, no solo indigna a cualquier científico, sino que anula cualquier posibilidad sobre lo inteligente que es la raza humana y su desarrollo tecnológico. Pensar que lo que ocurrió con las Torres Gemelas fue planeado por el mismo gobierno estadounidense no solo es cruel, sino que también plantea ideas de una gravedad y maldad humana que superan la imaginación de cualquier escritor.

Lo cierto es que la narrativa nos abraza y nos consume. Nos fascina, nos entretiene y nos hace cuestionar nuestra realidad, nuestro papel en el mundo, nuestra inteligencia y nuestra capacidad de sorprendernos. Por eso es que las teorías conspirativas tienen tanto impacto: juegan con una parte de la realidad, toman muchos elementos de la historia tal como ocurrieron para dar explicaciones alternativas. Cuestionar todo sobre las imágenes de la llegada del hombre a la Luna —por la posición de la bandera, las botas, la huella, la luz, la ausencia de estrellas o su presencia, por si se ve muy grande o muy pequeña— hace que crezca cada vez más la posibilidad de que realmente haya sido un montaje.

El storytelling, que ha generado todas las historias, películas, canciones y libros que conocemos, también es necesario para la vida de los seres humanos. Nos reunimos alrededor de historias, nos anclamos a una idea y la perseguimos, la defendemos, la reconstruimos y la practicamos. Eso son las religiones, los partidos políticos, la historia de los países y del mundo. Por eso el storytelling es tan importante: porque es a partir de él que construimos nuestra realidad.

Hoy en día, las teorías conspirativas podrían explicar muchas situaciones sociales e incluso estar configurando una estrategia para generar mensajes. La desconfianza en las instituciones, la opinión ultraválida de todo el mundo, las cámaras de eco, los intereses de manipular la opinión por parte de todos los grupos políticos y económicos, junto con la facilidad de acceso al entretenimiento, se convierten en la tormenta perfecta para que hoy tengamos tantas historias que damos por hechos reales.