Cuarto de hora

Cada vez la velocidad con la que crece cualquier fenómeno social o algún personaje del entretenimiento, es directamente proporcional a la velocidad con la que desaparece.
Mario Suárez

Mario Suárez

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Cada vez la velocidad con la que crece cualquier fenómeno social o algún personaje del entretenimiento, es directamente proporcional a la velocidad con la que desaparece.
Nunca antes la expresión “se le acabó su cuarto de hora” tuvo tanto sentido y literalidad.

Andy Warhol dijo alguna vez que en el “futuro” cualquiera será mundialmente famoso por 15 minutos.

Efectivamemente, estamos viviendo ese futuro del que hablaba el artista. La velocidad con la que se producen contenidos, tendencias y situaciones sociales, y personajes mundialmente reconocidos, se desvanece rápidamente.

Los artistas musicales batallan bastante para lograr ser reconocidos, pegar algún hit, sonar en las emisoras y crecer los números de reproducciones en las plataformas virtuales.

La mayoría no lo logran nunca y quienes lo logran, hoy tienen que enfrentar una dificultad aún mayor, mantenerse y no desaparecer en el fácilmente olvidadizo mundo del entretenimiento. 
Bad Bunny hace muy poco tiempo, llenó los estadios de Bogotá y en Medellín con su concierto, incluso con boletas que alcanzaban los 2 millones de pesos. Hoy, muy poco tiempo después, no logra llenar los coliseos en los que se presenta en su gira most Wanted Tour en Estados Unidos, por lo que ha tenido que cancelar presentaciones, dando paso al comentario generalizado de ya no pega.

Lo mismo pasa con los jugadores de fútbol. Hasta hace muy poco fue muy famoso un jugador de apellido Sterling, a quien le crearon el juego de palabras que mezclaba su apellido y la moneda inglesa (Libras Sterlingnas) debido a la cantidad de dinero que costó su transferencia al Chelsea. Hoy es un jugador más del montón y poco se habla de él.

De la misma forma, en los últimos años han emergido cientos de “promesas” del fútbol, que bajo ese título generan muchos comentarios e impacto mediático, solo para incrementar su valor de transferencia deportiva, algo que se desinfla en muy poco tiempo pero que para ese momento ya ha generado el resultado económico que se pretendía. Tal vez los últimos personajes que pudimos ver crecer lento, posicionarse, asentarse, ganar y luego ir desvaneciendo muy lentamente fueron Ronaldo y Messi, que por estos días juegan probablemente el último de sus torneos con sus respectivas selecciones.

En cuanto a marcas y plataformas digitales, hace muy poco Be Real se presentó al mundo como la red social que combatía la falta de naturalidad de Instagram. Supo posicionarse muy bien como la opción alternativa para mostrar lo que realmente son y hacen las personas sin tanta producción ni filtros. Ubicarse en la orilla opuesta a lo que es “instagrameable”, le supo dar reconocimiento mundial y un rápido crecimiento de usuarios. 

La dinámica de esta plataforma es: en algún momento random del día, le exije a los usuarios compartir una foto en un tiempo máximo de 2 minutos, activando la cámara frontal y la posterior de tal forma que muestra lo que “realmente” están haciendo las personas en las condiciones en las que realmente están. En mi caso, la monotonía de ver todos los días casi lo mismo en mis contactos, hizo que rápidamente perdiera interés. Me sorprendió ver que no fui el único que dejó de usarla. Día a día pierde usuarios y ya no genera el interés de antes.

De igual forma, El Metaverso se presentó hace un poco más de 2 años como la máxima novedad y el suceso que cambiaría la forma como interactuamos digitalmente. Generó un impacto mediático y empresarial bastante grande. Hizo crear nuevas áreas dentro de las compañías publicitarias y de tecnología, haciendo que se crearan cientos de nuevos puestos de trabajo para profesionales que se dedicaran a crear contenidos y tratar de monetizar las acciones que allí ocurrieran. Hoy el metaverso parece más un chiste que alguien se inventó alguna vez y que no creyó que fuera a tener tanto impacto ni repercusión. Lastimosamente nunca tuvo el impacto que se esperaba ni tanto uso como se vaticinó. Los puestos de trabajo que se crearon, tuvieron que despedirlos y ahora parece más un museo digital en desuso.

Por el lado del entretenimiento local, hace muy poco, una pareja de actores colombianos fueron el foco de la atención mediática y digital por una infidelidad en medio de un reality. El hype no duró más de 1 mes, mientras mantenían a uno en el programa y al otro que estaba fuera, lo paseaban por todos los programas de entretenimiento, incluso generando dinámicas de tensión en el reality. Hoy nadie menciona a los protagonistas de este acontecimiento, a pesar del interés del canal por exprimir hasta la última gota de morbo y atención. Hoy, el otro protagonista de esta historia, hace parte de otro reality, con el halo del recuerdo en la audiencia de haber sido el traicionado.

Ventaja tienen todos aquellos que se posicionaron hace un buen tiempo. Aquellos quienes fueron famosos y se supieron mantener desde mucho antes del boom de contenidos y creadores. Esto tiene ciertas implicaciones de la dificultad aún mayor para todos aquellos que empiezan el camino de consolidación dentro del mundo de la fama (en cualquier aspecto). Pensemos no más en la cantidad de creadores de contenido que hay en torno a cualquier tema en las diferentes redes sociales. O en el por qué los canales nacionales no han podido impactar con alguna nueva novela y tienen que recurrir a reencauchar y volver a transmitir por millonésima vez las mismas novelas que fueran famosas en los 90’s.

Las redes sociales, los contenidos, la cantidad de creadores, el exceso de pantallas, el inmediatismo y la ansiedad por consumir más y más todo lo que sea susceptible de ser consumido, hace que esta dinámica de la fama sea cada vez más corta, que nuestra atención y nuestros múltiples intereses cambien rápidamente y que nunca estemos satisfechos con lo que estamos viendo, pues siempre vamos a estar en busca de más.

¿Cuál será hoy el secreto para tener más de 15 minutos de fama?