El peligroso sesgo de confirmación en la era de la desconfianza

Hace apenas dos semanas, La República publicaba un ranking de Reuters Institute sobre la falta de credibilidad en los medios de comunicación. “Las personas cada vez están creyendo menos en las noticias”, recoge el diario económico.

Daniel España

Experto en Comunicación, Estrategia e Innovación

Y es que un mundo donde la información abunda y la confianza en las instituciones tradicionales se erosiona, "no es sorprendente que los consumidores de noticias se sientan cada vez más abrumados y confundidos, y muchos se alejen temporal o permanentemente. La evitación selectiva de las noticias y la fatiga informativa se han visto exacerbadas por los tiempos difíciles en que vivimos”, agrega el medio a partir del reporte de Reuters, que también destaca que en Colombia ya 20% de las personas se informan a través de TikTok.

Es entonces que a ese coctel de información inagotable y plagado de noticias falsas en internet, se suman algoritmos de redes sociales enfocados en entregarnos lo que “nos gusta ver” o conectarnos con quienes “estamos de acuerdo” (para que permanezcamos más tiempo en línea). 

El resultado de todo lo anterior no puede ser otro que la profundización de la opinión propia, de la ratificación al máximo nivel de los sesgos de confirmación, donde buscamos y favorecemos información que confirma nuestras creencias preexistentes y podemos terminar en una visión distorsionada de la realidad.

Y ¿qué más puede pasar que un aumento en el aislamiento de opinión, en el favorecimiento a la información o polarización que confirma nuestras creencias preexistentes?

Como consecuencia, ¿nos aislamos de perspectivas diferentes?, ¿nos cerramos a la posibilidad de aprender y cambiar de opinión?, ¿hacemos bandos entre los que creen y los que no?, ¿cómo saber si no estoy equivocado?

Aunque pueda ser incómodo, es necesario generar conciencia del sesgo y aprender a exponernos a otros puntos de vista, otras fuentes de información, incluso aquellas contrarias a lo que pensamos o creemos, siempre con un sentido crítico respecto a la realidad y con humildad frente a nuestra versión de “tener la razón”.

Los ejercicios de intercambio de opinión, de debate, de análisis que puedan venir desde otras orillas pueden ayudarnos a abrir nuestra visión de las cosas, a reflexionar o replantearnos ciertas posibilidades, siempre basadas en fuentes, en datos, en hechos, en contextos, nos permitan tomar mejores decisiones, tener o dar buenas recomendaciones.

Es un camino importante para evitar aislarnos y generar un entorno cada vez más hostil, centrado en la desconfianza, en el enfrentamiento, en desacreditar al otro y creer solo que los que piensan como yo o informan algo afín a mí tienen el camino y la verdad, pues así será más difícil entender y construir una realidad incluyente y equilibrada en beneficio de todos.