João Fonseca y la virtud de tomar decisiones

João Fonseca: talento y decisiones que marcan el camino. La historia del joven tenista refleja cómo el decidir define liderazgos y transforma vidas.
Santiago Bonivento

Santiago Bonivento

Abogado y profesor en la Pontificia Universidad Javeriana

Si tomar decisiones fuese fácil, no serían precisamente decisiones. Por definición, y por su esencia misma, el decidir implica renunciar y, por eso, su nivel de dificultad. El líder se diferencia del jefe, muchas veces y precisamente, por esa capacidad “simple” de decidir. ¿Se nace con la virtud de tomar decisiones? ¿Se desarrolla durante la etapa de formación? ¿Existe alguna práctica reiterada que permita decidir de forma más eficiente?

 

Pocas respuestas a las tres preguntas arriba señaladas. Lo que sí está claro es que el tomar decisiones se convierte, a lo largo del pasar de la vida humana, en una impronta que pocos logran y que, a quienes lo hacen, los lleva a consolidar éxitos (o fracasos). 

 

Hasta hace algunas semanas, el nombre de João Fonseca poco se mencionaba en el mundo del tenis. Algo se sabía del nacido en Brasil y de su futuro prometedor, pero nada más allá de ello. Ocupaba el ranking trescientos en el circuito profesional y, con tan solo dieciocho años, daba sus primeros pasos en torneos challenger. Todo cambió cuando, hace pocos días, y tras superar, de manera relativamente cómoda a la luz eminentemente de los marcadores obtenidos, la fase previa del torneo, derrotó al noveno en el escalafón mundial (el ruso Andrey Rublev) en la primera ronda del Abierto de Australia, el primer Grand Slam del año (el primero de los cuatro torneos más importantes del año en el circuito profesional). 

 

Más allá del resultado obtenido en el torneo, que culminó para el carioca (nacido en Río de Janeiro en el año 2006) en la segunda ronda tras una dura batalla a cinco sets contra su oponente, el italiano Lorenzo Sonego, me quedo con una decisión que, por entonces, la vida puso sobre el haber de la joven promesa cuando se aproximaba a cumplir sus dieciocho años. Nada fácil - a ninguna edad - y mucho menos a esa. Debía escoger entre abrirse al camino profesional de inmediato (a través de migrar del circuito junior, en donde supo ganar el US Open, el cuarto de los Grand Slams, al circuito mundial profesional) u optar por el desarrollo de una carrera universitaria (completamente financiada por una de las mejores universidades a nivel académico y deportivo en Estados Unidos). 

 

En una declaración, datada en Río de Janeiro el pasado 29 de febrero de 2024, el joven tenista brasilero fue contundente en su decisión y dejó una frase que puede convertirse en una premonición de lo que viene para él. Publicada originalmente en inglés y en portugués, este mencionó (...) que, en los últimos meses, el tenis profesional le tocó la puerta de una forma en la cual, sencillamente, no podía decirle que no. El futuro de Fonseca es brillante, de seguir en la forma en la que está jugando y viviendo la experiencia. 

 

A veces, el decidir - difícil por definición como ya se mencionó - se traduce en el hecho de seguir un instinto natural, sumado a un trabajo tal que le cimente. ¿Qué si fue sencillo para el tenista tomar la decisión? Seguramente no lo fue. Al final, su vida iba a girar en una dirección radicalmente diferente a aquella inicialmente prevista en el tenis universitario. Pero ahí está la magia de decidir: en ponderar variables, en asumir riesgos con la debida planeación para su control y, ante todo, en que el tiempo mismo se encargue de hacer lo suyo.

 

La decisión de Fonseca, que hoy está por convertirse en parte del selecto grupo de los cien mejores jugadores del circuito profesional, puede extrapolarse al mundo de las decisiones corporativas. ¿Contratar a X o a Y? ¿Adoptar A o B política? ¿Cerrar el negocio o abrir canales de negociación para contemplar alternativas? La magia de decidir está, precisamente, y como lo hizo Fonseca, en que nunca se estará preparado para ello. Y, allí, está el arte de liderar: en buscar el máximo grado de experiencia, en todo sentido, para que el decidir sea, dentro del sacrificio que trae consigo, una forma de exteriorizar trascendencia e impulsar a otros a hacerlo. 

 

Valeu, João!