Carta al CEO

IA y creatividad: ¿Un futuro próspero?

La automatización es una ola imparable que exige una transformación educativa y laboral urgente. La creatividad y la adaptabilidad serán las tablas de surf para navegar este mar de cambios y construir un futuro próspero e inclusivo.
Martes, Marzo 5, 2024

Por: Pablo Morales Mosquera; editor adjunto de Revista C-Level.

En una era marcada por avances tecnológicos sin precedentes, la sombra de la automatización se cierne sobre la fuerza laboral andina. El reciente reporte de Fedesarrollo, "Covid-19 y riesgo de automatización en el mercado laboral de los países andinos", revela una realidad inquietante: seis de cada 10 trabajos en la región corren el riesgo de ser asumidos por máquinas o inteligencias artificiales. Este panorama pone de manifiesto la urgente necesidad de replantear y rediseñar estrategias laborales para poder integrar efectivamente el potencial tecnológico en beneficio del desarrollo socioeconómico.

Entre la espada y la pared: ¿Preparados para el cambio?

El análisis de Fedesarrollo apunta a un escenario donde la automatización podría considerarse una espada de doble filo. Por un lado, tiene el poder de aumentar la eficiencia y la productividad. Por otro lado, existe una amenaza latente sobre aquellos trabajadores cuyas habilidades son más propensas a ser replicadas por la tecnología. En particular, los estudios indican que quienes poseen una educación hasta la secundaria, con edades comprendidas entre los 30 y los 59 años, conforman el grupo más vulnerable.

La creatividad como salvavidas

La creatividad emerge como una fortaleza en medio de la vulnerabilidad ante la automatización. Ocupaciones que exigen un alto grado de innovación, inteligencia social y destrezas de manipulación física parecen resistir la marea cambiante, puesto que son menos susceptibles a las actuales capacidades de la tecnología. Este punto crucial debe encaminar las políticas educativas hacia el fomento de habilidades que la tecnología no puede fácilmente duplicar o sustituir.

Un ecosistema laboral en transformación

Los países andinos presentan diferencias notables en cuanto a la distribución del riesgo de automatización; sin embargo, el promedio regional de 60% sitúa claramente la magnitud de la tendencia. Es un recordatorio de que no se trata de una preocupación aislada, sino de un fenómeno que demanda una respuesta integrada y cohesiva.

Ahora…crucemos perspectivas con Oppenheimer…

Andrés Oppenheimer en su libro "¡Sálvese quien pueda!, el futuro del trabajo en la era de la automatización", es imperativo explicar que no estamos ante el fin del trabajo, sino ante la transformación del "cómo" trabajamos. Oppenheimer sostiene que la automatización no solo destruirá empleos, sino que también creará otros nuevos, y recalca la importancia de la adaptabilidad, la educación continua y la necesidad de innovar en los modelos educativos actuales para preparar a las futuras generaciones para empleos que aún no existen.

Para Oppenheimer el futuro del trabajo tiene dos caras: menos empresas se mudarán a países de bajos costos y otras regresarán de países como China a EE.UU. y Europa; surgirán nuevos modelos de negocios y empleos, muchos productos serán más baratos porque los robots son mucho más eficientes que el ser humano, y tendremos más tiempo libre para el ocio. Y, por otra parte, muchos periodistas, abogados, médicos, banqueros, contadores, trabajadores de restaurantes, hoteleros, choferes van a perder la totalidad o una buena parte de su empleo por los robots y la inteligencia artificial. Los empleos en los países con altos niveles de manufactura de bajas habilidades van a correr peligro de perderse.

Podemos ser “tecno-optimistas” o “tecno-negativistas” frente al avance de automatización, la robótica y la inteligencia artificial y sus impactos; podemos pensar que son exageradas o no las afirmaciones del libro, lo cierto es que debemos conducir la transición al nuevo mundo laboral que se nos presenta.

Oppenheimer anticipa potenciales escenarios que se desarrollarán en el devenir: serán necesarias personas más creativas, emprendedoras, con habilidades técnicas y humanas acordes con estas nuevas realidades y habrá una gran demanda de arquitectos, ingenieros, informáticos y matemáticos. Mientras que en el futuro mediato, los niños que entran en la primaria hoy van a terminar trabajando en empleos que no existen en la actualidad.

Pero…¡Llegó la hora de afrontar la ola tecnológica!
 

La automatización es una ola gigante que no puede ser detenida, pero sí podemos aprender a surfearla. La reinvención profesional y la revitalización de la educación en habilidades pertinentes pueden abrir un abanico de oportunidades que vaya en paralelo al avance tecnológico. Los países andinos deben aprovechar esta coyuntura para canalizar la innovación hacia caminos que permitan no solo sobrevivir la ola de la automatización, sino también aprovechar su potencial. El futuro no está escrito y, en este sentido, las políticas públicas de adaptabilidad y educación cumplirán un rol esencial como faros guía en este mar de cambios.

Las consideraciones de Fedesarrollo y Oppenheimer son un llamado a la acción. El peligro no es la tecnología per se, sino la falta de preparación ante su inevitable insurgencia en el panorama laboral. La creatividad, junto con una educación redefinida y adaptativa, dan forma a la tabla de surf que necesitamos para montar la ola de la automatización y llegar a la costa de un futuro próspero e inclusivo.

En fin, ¿estamos ante una revolución inminente?

La automatización es una realidad inminente que transformará el mercado laboral andino. Se estima que 60% de los trabajos en la región corren el riesgo de ser automatizados, lo que representa un desafío para la fuerza laboral y las políticas públicas.

Sin embargo, la automatización también presenta oportunidades. La creación de nuevos empleos, la mayor eficiencia y productividad, y la posibilidad de tener más tiempo libre son algunos de los beneficios potenciales.

Para aprovechar las oportunidades y afrontar los desafíos de la automatización, resulta necesario:

Fomentar la creatividad y las habilidades blandas en la educación, ya que estas son las más difíciles de automatizar.

Promover la adaptabilidad y la educación continua para que los trabajadores puedan actualizar sus habilidades y adaptarse a los cambios del mercado laboral.

Desarrollar políticas públicas que apoyen la transición hacia un nuevo mundo laboral, incluyendo políticas de educación, empleo y protección social.

En definitiva, la automatización no debe ser vista como una amenaza, sino como una oportunidad para rediseñar el trabajo y crear un futuro más próspero e inclusivo.

Claves para el éxito:

Creatividad: La capacidad de innovar y pensar fuera de la caja será fundamental para el éxito en el futuro del trabajo.

Adaptabilidad: Los trabajadores deben estar dispuestos a aprender nuevas habilidades y adaptarse a los cambios del mercado laboral.

Educación continua: La educación formal e informal será esencial para mantener las habilidades actualizadas y relevantes.

Políticas públicas: Los gobiernos deben invertir en educación, formación y protección social para ayudar a los trabajadores a adaptarse a la automatización.

El futuro del trabajo está en nuestras manos. Si nos preparamos adecuadamente, la automatización puede ser una fuerza para el bien, creando nuevas oportunidades y mejorando la calidad de vida de todos.