El embajador de la India

Una y otra vez se repite en Colombia la historia del embajador de la India ¿La conoces?
Mario Suárez

Mario Suárez

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Este es el nombre de una película de “humor” colombiana de 1986, cuenta la historia de un tipo común y corriente que en un bus llegando a Neiva, le pareció “divertido” hablar enredado y mezclarlo con otros idiomas, lo que rápidamente llamó la atención de dos personajes “inocentes e ingenuos”, quienes al llegar al destino, lo llevaron al mejor hotel de la ciudad y sembraron la sospecha de que este tipo era alguien importante.

Las dudas de estos dos se confirmaron cuando el protagonista se registró en el hotel bajo el  nombre de "Maharajá Rama Ahujama", razón por la cual ellos dos decidieron dar aviso al sastre más importante de la ciudad quién le dió aviso al gobernador y así sucesivamente hasta que toda la ciudad se enteró de que tenían un “visitante ilustre”

De esta forma, empieza una divertida comedia de un mentiroso que engañó a toda una ciudad y disfrutó de su hospitalidad y especialmente de su ingenuidad durante unos días, recibiendo atenciones de visita oficial de estado.

Esta película no sería tan divertida si no fuera basada en hechos reales. Esto pasó en Neiva, Huila y fue real que hasta las familias más “prestantes” de la ciudad le hubieran “exhibido” a sus hijas al supuesto embajador para tener la posibilidad de casarlas con algún extranjero importante. 

¿No les suena familiar la historia del embajador de la India por estos días?

El boom que generó una ilustradora colombiana que “supuestamente” trabajó en un importante estudio de animación japonés para la última película que ganó un Golden Globe, solo me recuerda al Embajador de la India. No por el mentiroso, si no por los ingenuos alrededor. 

Cuando digo “los ingenuos alrededor” no solo hablo de personas, sino también de medios de comunicación regionales y hasta nacionales, de empresas, y hasta universidades. Todos cayeron en la mentira de la diseñadora barranquillera, y no solo le creyeron si no que además quisieron exaltar su labor y dar “bombo” de ello. Todo esto sin ni siquiera verificar que lo que decía ella fuera cierto.

Surgen muchas dudas:

¿Qué pasaba por la cabeza de la diseñadora cuando en lugar de parar su mentira, decidió continuarla y agrandarla?

¿Qué debilidad cultural tendremos que le damos total credibilidad a cualquier persona que venga y nos hable de cualquier cosa extraña para nosotros sin verificar ni comprobar nada?

¿Seremos tan pobres de reconocimiento que cualquier destello de fama nos obnubila y queremos hacer parte de ello?

¿Será “lambonería” nuestra?

¿Cómo ocurre una situación de estas justo en el momento en el que verificar la veracidad de algo es tan sencillo gracias a internet?

Si nos detenemos a pensar, la de la diseñadora barranquillera y la del embajador de la india no han sido las únicas situaciones en las que una mentira de una sola persona desencadena una avalancha. Es bien sabido que existen estafadores que día a día logran engañar a muchas personas y todos conocemos al menos un caso cercano de alguien que ha disfrutado de más a costa de alguna mentira.

Le hemos dado bastante “palo” y hasta reído del personaje que desencadenó tremendo escándalo mediático. Los memes y el señalamiento no se hicieron esperar, con justa razón. Ahora, también es importante que nos revisemos como sociedad, que revisemos a qué le damos crédito y al menos “doble chequemos” lo que nos dicen antes de formarnos una opinión respecto a algo, que al menos dudemos de la veracidad de lo que nos están diciendo. Porque este no es ni será el último caso de un embajador de la India. 

¿Conocen otros casos parecidos? 

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