Individualidades

Las redes digitales nos conocen mejor de lo que pensamos, capturan cada microcomportamiento y nos hacen más predecibles de lo que creemos.
Mario Suárez

Mario Suárez

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¿Alguna vez nos hemos preguntado por qué nos aparece publicidad en internet de lo que queremos, tal como lo queremos, incluso sin haberlo mencionado nunca? "¿Nos están leyendo la mente?", decimos.

Hace muchos años, conocí un test de personalidad llamado MMPI (Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota, por sus siglas en inglés). Este test constaba de algo más de 550 preguntas sencillas para responder con "sí" o "no", tales como si me gustan las revistas de mecánica, si lloro con facilidad, si me cuesta dormirme, si quería ser soldado, o si dicen que como muy rápido, entre otras.

Después de responder todas las preguntas, las respuestas se contabilizaban basándose en escalas de personalidad, lo cual evidenciaba ciertos patrones que podían medirse según unos números. Al final, luego de todo el proceso, que en aquel entonces se realizaba manualmente, obteníamos un número. Este número debía ser buscado en un libro que contenía todas las posibles combinaciones y, por lo tanto, todas las personalidades posibles.

¡Oh, sorpresa! El texto que leí sobre mi calificación reveló muchas cosas de mi personalidad que ni yo mismo sabía, pero que realmente me definían. En ese momento, me asombré del poder y la capacidad de la disciplina psicométrica para clasificar en características tan puntuales y básicas algo que consideramos tan único y especial. Saber que alguien es como es, y muchas cosas que ni siquiera esa misma persona conoce, a partir de respuestas de "sí" o "no" a preguntas sencillas, me hizo pensar que realmente no somos tan únicos como creemos. Indudablemente formamos parte de un grupo de personas que comparten características que son fácilmente detectables y medibles, y que, por lo tanto, respondemos de manera similar a ciertos estímulos, situaciones y circunstancias.

Aunque parezca que son muchas preguntas, lo cierto es que 567 preguntas no son tantas para poder identificar características tan particulares de algo que llamamos personalidad. Ahora bien, imaginemos: si con estas preguntas, respondiendo "sí" o "no", se logra esto —a pesar del sesgo de autoevaluación y percepción que tienen las encuestas, es decir, que nos percibimos de una manera muy distinta a como realmente somos—, pensemos en la posibilidad que tienen las redes sociales, aplicaciones, páginas web y todo lo que sea susceptible de medir microcomportamientos.

Es bien sabido que en el mundo digital todo captura información sobre nosotros. No solo lo que decimos en nuestras redes sociales o los datos que ingresamos en nuestros perfiles, sino también lo que hacemos. Cada vez que detenemos nuestro "scroll" en alguna imagen, ese comportamiento es capturado, al igual que las características de esa imagen que llamó nuestra atención y nos hizo detener la velocidad constante de seguir desplazándonos hacia abajo. Cada vez que visitamos un sitio web y nos detenemos en ciertas secciones o pasamos el cursor por algún botón, eso también se registra. Cuando nos detenemos a leer cierta información y reaccionamos con un "like", un comentario o un "share", igualmente se capta, mide y clasifica.

Por supuesto, todos estos "comportamientos" son analizados en tiempo real para clasificarnos en grupos de personas que responden a ciertas características. Es como si estuviéramos respondiendo a un test de personalidad que se alimenta en tiempo real con todo lo que hacemos y dejamos de hacer, de tal manera que esa información es utilizada para propósitos publicitarios. Se supone que gracias a esta clasificación nos aparece más y más información y contenido que nos gusta, lo que hace que consumamos más y más contenido y, por qué no, terminemos comprando productos y servicios.

Por eso, nos sorprende que nos aparezca publicidad del carro que queremos justo en el color que preferimos. Nuestros microcomportamientos hablan más de nosotros que lo que nuestra propia opinión podría decir. Somos fácilmente identificables, incluso en las características que consideramos más personales y únicas, y por eso somos susceptibles de ser manipulados en cuanto a forma y contenido.

¿Qué se podría lograr con esto?

Hace unos años, una empresa llamada Cambridge Analytica identificó ciertos patrones de posturas políticas a partir de información básica de grandes grupos de ciudadanos. A aquellos que no estaban tan definidos hacia la derecha o la izquierda, los atacaron con noticias falsas, moviendo su opinión hacia donde los interesados querían. Así, lograron influir en varias elecciones en todo el mundo.

Entonces, ¿aún hay quienes se consideran únicos y autónomos en su pensamiento y acciones?