Invitación al fracaso

El liderazgo consiste en abrazar el fracaso, aprender de las derrotas y mostrar nuestra vulnerabilidad.
Santiago Bonivento

Santiago Bonivento

Abogado y profesor en la Pontificia Universidad Javeriana

No suelo - y creo que si lo he hecho un par de veces en los años que llevo escribiendo artículos y documentos de publicación para medios y prensa en general no han sido más de cinco - escribir artículos en primera persona. Haré una excepción esta vez porque el tema lo amerita y parte de una premisa clara, conducente y más que pertinente: la invitación a fracasar.

Hace algunas semanas me topé con el discurso de David Escobar, director de la Caja de Compensación Comfama, en la ceremonia de graduación de la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería de EAFIT, universidad colombiana con sede en Medellín (el video completo, acá: Discurso de David Escobar en la ceremonia de graduación del 20 de junio (youtube.com)) y me he dado en la tarea de escucharlo y volverlo a escuchar no una, sino varias veces.

Las palabras de David, a quien no conozco, pero estas sientan base para admirar, respetar y aplaudir, no dura más de doce minutos, tiempo suficiente para calar en lo más profundo de lo que estamos llamados a buscar. 

En una sociedad en donde, entre otras cosas, las redes nos llevan a procurar idolatría y aceptación, así como a mostrar el mundo perfecto en el que no vivimos, el discurso de David nos devuelve a la faz de lo mundano: a convivir con las fallas propias y de un mundo que sí que las tiene. Y no se detiene allí: reflexiona sobre la invitación a celebrar los problemas, acoger los desafíos y a peticionar dificultad y fracaso, pérdidas y derrotas. ¿Por qué pedir ello cuando se podría pedir todo lo contrario? David, en doce minutos, lo explica con una sencillez y claridad dignas de ser aplaudidas. Me detengo allí para que Usted, querido lector, invierta (porque sí que es una inversión para el alma y el espíritu) doce minutos en el video arriba señalado.

Al final, el liderazgo parte de la premisa de comprender que se está en un mundo de personas y no de superhéroes. De que las relaciones humanas se tejen a partir de la confianza y de convencernos que somos falibles y que abrazar el fracaso ha de ser una invitación constante para evolucionar. 

Cierro con una frase que David señala en su discurso y me sirvo de citar textualmente: “que el día del éxito, del reconocimiento y de la celebración, sea también el día que elegimos para mostrar nuestra fragilidad y nuestra vulnerabilidad. El origen del miedo al fracaso puede estar en las expectativas que nos planteamos”.

Aprender a fracasar hoy puede ser más complejo de lo que era hace algunos años. Abrazar la derrota y aprender de ella, compleja para mí, compleja para cualquiera, es, al final, el camino a la trascendencia. Cuesta trabajo y mucho sudor pero, partir de dicha ruta, hará que la maleta de viaje sea leve, llevadera y consistente con una vida en donde lo cierto es que habrá que fracasar. Y no una, sino muchas veces.