Los superpoderes de la IA que pueden transformar Latinoamérica
La inteligencia artificial en Latinoamérica impulsa inclusión, productividad y talento joven, transformando el futuro económico de la región.
Lunes, Noviembre 10, 2025
La inteligencia artificial ha generado debates intensos sobre su impacto: desde amenazas de sustitución laboral hasta transformaciones disruptivas en industrias enteras. Sin embargo, lo que observo en conversaciones con emprendedores y líderes latinoamericanos es una realidad distinta: la IA no llega para reemplazar a las personas, sino para potenciar sus capacidades y abrir una oportunidad histórica de cerrar brechas que durante décadas han limitado el desarrollo de la región.
El ritmo de adopción es una de las señales más claras de este cambio. En menos de tres años, ChatGPT alcanzó al 10 % de la población adulta mundial, con más de 700 millones de usuarios activos semanales. En Latinoamérica, la adopción es incluso más acelerada: en países de ingreso medio como México, Brasil, Perú y Colombia, el uso crece cuatro veces más rápido que en economías avanzadas. Esto marca una diferencia clave respecto a olas tecnológicas anteriores como internet o la computación en la nube, en las que la región llegaba tarde.
Ahora, combinando esta ventaja con políticas públicas estratégicas y ecosistemas emprendedores sólidos, existe la posibilidad real de transformar industrias y recuperar décadas de atraso en digitalización.
A esta aceleración se suma la fuerza demográfica. Casi la mitad de los mensajes globales de IA provienen de usuarios menores de 26 años, y en Latinoamérica la edad promedio es de apenas 31. Esto significa que la mayoría de la población ya forma parte de una generación joven que utiliza intensivamente estas herramientas.
Los jóvenes están liderando la innovación en educación, autoformación y emprendimiento, lo que convierte a la región en un terreno fértil para el surgimiento de nuevas industrias y modelos de negocio basados en inteligencia artificial.
La inclusión es otro aspecto transformador. Si al inicio el uso de IA estaba concentrado mayoritariamente en hombres, hoy la proporción es paritaria, con una ligera mayoría femenina. Además, la tecnología se emplea de forma masiva para traducir, aprender y producir contenido, reduciendo barreras lingüísticas y de acceso al conocimiento.
Más del 70 % de las interacciones son de carácter personal, desde búsqueda de información y orientación hasta producción de textos, código o imágenes, lo que demuestra que la IA está democratizando habilidades que antes estaban reservadas a élites educativas y profesionales.
Pequeños equipos y startups están logrando un impacto desproporcionado gracias a la inteligencia artificial, que reduce la necesidad de capas intermedias y permite enfocarse en creatividad, ética, comunicación y visión estratégica.
La verdadera pregunta no es si trabajaremos más solos o en conjunto, sino cómo lograremos que la IA libere a las personas de tareas de bajo valor para concentrarse en lo que realmente importa: innovar, crear y generar valor.
La discusión sobre el futuro de la inteligencia artificial suele polarizarse entre dos visiones extremas. Por un lado, la de una IA que sustituye a las personas y convierte a las mayorías en prescindibles, sostenidas únicamente por un ingreso básico universal, donde la eficiencia de las máquinas se impone sobre el propósito humano.
Por otro lado, una visión en la que la IA amplifica nuestras capacidades: nos ayuda a tomar mejores decisiones, a comunicarnos con mayor claridad, a aprender más rápido y a crear con libertad. Puede convertirse en un compañero de práctica que desafía, provoca y ayuda a crecer, algo así como un asistente personal.
Los datos más recientes inclinan la balanza hacia esta segunda opción. Ese es el horizonte que vislumbro para Latinoamérica: un futuro multiplicador, donde juventud, innovación y tecnología trabajen juntas para cerrar brechas históricas y transformar la manera en que vivimos, trabajamos y aprendemos.