POP

La música POP, fácil y repetitiva, se convierte en adictiva para el cerebro, generando impacto global y dominando industrias creativas.
Mario Suárez

Mario Suárez

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¿Por qué el POP gusta tanto? No solamente me refiero a la música POP, sino a todas aquellas expresiones populares: expresiones artísticas o de moda que dividen opiniones, que muchas veces se perciben como superficiales, que gustan a la mayoría y que saben muy bien cómo renovarse día a día, manteniendo negocios multimillonarios a nivel mundial.

La música POP se llamó así para diferenciarla de la música de culto, es decir, la música dirigida a personas con más conocimiento artístico y musical, es decir, personas ilustradas y pertenecientes a clases sociales privilegiadas. Por lo tanto, la poca cultura musical generó un punto de diferenciación para hacer música para todo el mundo. A principios del siglo pasado, esta fue la forma en la que la música para el "pueblo" fue denominada música popular. Solo hasta los años 50 y 60 la expresión "Pop Music" se popularizó en medio del boom del Rock & Roll como forma de renombrar a las melodías rock más suaves.

Después, en los 70, la música POP fue capitalizada por la comunidad afroamericana, que supo crear "boy bands" que cantaban todos los ritmos pegajosos de la época. Más adelante, surgió la figura de un heredero al trono: Michael Jackson. Primero fue cantante de la boy band que su padre creó junto con sus hermanos, donde desde muy pequeño quien después sería conocido como el Rey del Pop sobresalió por su voz, su estilo y su forma de bailar. Después, la industria musical conoció un nuevo energizante para el negocio a través de los videos musicales, lo que representó mezclar el cine con la música de tal manera que el artista tuviera muchas más formas de impactar. Por eso no debería sorprendernos que muchas personas conocen indudablemente al Rey del Pop y muchos de sus videos, pero no tienen ni idea de alguna de sus canciones, y menos de la capacidad vocal del artista.

Hoy en día, si bien la música en general es para todo el mundo y la democratización de la información ha hecho que todos podamos acceder a todo tipo de música de manera muy fácil e incluso gratis, esta sigue representando diferencias sociales. La música popular representa algo muy del "pueblo": sonidos básicos de guitarras, melodías pegajosas, repetitivas y letras que casi siempre hablan de despecho. De igual manera, la música que llamamos clásica se mantiene en un pedestal social, configurando una cantidad de rituales especiales y elitistas a su alrededor, haciéndole creer a las personas que deben saber de muchas cosas para apreciar algo que solo requiere un oído. 

Ahora, si se tienen conocimientos al respecto, seguro se disfrutará aún más, pero no implicaría que quien no los tenga no pueda disfrutarlo. Por ejemplo, exigirle a los espectadores de un concierto que no aplaudan después de un solo -como lo hace la “música clásica”- y tener que esperar hasta el final de la canción no solo se vuelve un disgusto y un bloqueo emocional para el público, que va a un concierto a emocionarse y a disfrutar de ver y escuchar a alguien generar esas emociones.

Por todo esto, muchas veces caemos en la trampa de pensar que, porque es popular, no está bien hecho o que no es digno de admirarse. Realmente, producir algún contenido popular y que impacte representa una cantidad de dificultades en términos de ser atractivo para la mayoría, lo cual no es fácil. Partir de elementos básicos y simples, pero de manera armoniosa, representa una dificultad particular. Esto implica innovación también y capacidad de transgredir las reglas, incluso dentro de lo básico, pues nada que se repita tanto va a gustar.

Según los científicos, la música POP nos gusta tanto porque es fácil, repetitiva y, en ese orden, se convierte en adictiva. No importa si está en otro idioma, la simple mezcla de sonidos con la melodía y las secuencias musicales estimulan de manera placentera al cerebro, exigiéndole escucharla nuevamente. Si a esto le sumamos que, gracias al marketing y a la difusión en medios, socialmente se hace necesario saber y conocer sobre ese artista, entonces genera aún más influencia. 

Es decir, la música POP nos gusta por una razón o por otra. Justamente esto hace que todas las expresiones populares cada vez tengan más dificultades para generar impacto. Parte de la dinámica de lo popular implica variedad, implica perder el placer por lo que estoy viendo o escuchando rápidamente. Pero por esa misma razón, el POP sabe crear más y más estrellas, donde unas rápidamente desaparecen y otras se van consolidando.

Por todo esto, ¿por qué de repente a las marcas se les olvida ser populares? Tal vez, si se parecieran más a un artista POP o a una canción de Sabrina Carpenter hoy en día, podrían tener mejores resultados. Pareciera que olvidaran rápidamente o quisieran inventarse nuevos paradigmas de cómo consolidarse socialmente y en la mente de los consumidores. 

Olvidan que deben ser fáciles y accesibles, nada complicadas, generar mucha familiaridad, repetirse y repetirse para que así las conozcan más y las recuerden más fácilmente; generar emociones positivas o, al menos, reconfortantes; estar muy bien producidas; y funcionar para lo que se les busca: evolucionar y hacer que los consumidores se identifiquen con ellas. Tal vez hay que observar más lo que han hecho los suecos, que hoy dominan el negocio de la música a nivel mundial.