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Tecnomalestar laboral: el nuevo desafío invisible de la era digital
Un estudio del Politécnico Grancolombiano alerta sobre el tecnomalestar, un fenómeno que redefine el impacto psicológico del trabajo digital en Colombia.
Sábado, Noviembre 8, 2025
La Cuarta Revolución Industrial ha impulsado avances tecnológicos sin precedentes, pero también ha generado efectos invisibles que comienzan a pasar factura en la salud mental de los trabajadores.
Uno de los más recientes es el tecnomalestar laboral, un concepto propuesto por Anderson Gañán, docente de psicología del Politécnico Grancolombiano, que describe el impacto emocional y simbólico de la sobreexposición digital en los entornos laborales.
A diferencia del tecnoestrés, centrado en la fatiga derivada del uso excesivo de herramientas tecnológicas, el tecnomalestar va más allá del agotamiento: abarca ansiedad, frustración, pérdida de sentido y desajuste emocional provocados por la digitalización acelerada del trabajo.
“El tecnomalestar permite comprender cómo las tecnologías no solo alteran ritmos o tareas, sino también la manera en que los trabajadores se reconocen a sí mismos, se relacionan con otros y encuentran sentido en lo que hacen”, explica Gañán.
Un fenómeno más profundo que el tecnoestrés
La investigación propone una nueva categoría para analizar el malestar digital contemporáneo, integrando componentes como la tecnoansiedad, la tecnoadicción, la tecnofragmentación (dificultad para concentrarse por múltiples estímulos), la tecnofatiga y la telepresión, entendida como la necesidad constante de responder de inmediato a mensajes laborales.
Estos síntomas, señala el estudio, reflejan un desgaste que no es técnico, sino emocional, simbólico y social. Es decir, no se trata solo de estar cansado de la tecnología, sino de cómo esta redefine la identidad y la experiencia de ser trabajador en el siglo XXI.
Pandemia, hiperconexión y el burnout digital
Uno de los detonantes del tecnomalestar fue la digitalización masiva tras la pandemia, que difuminó las fronteras entre la vida laboral y personal. El teletrabajo y la hiperconexión generaron lo que expertos internacionales denominan “burnout digital pandémico”, caracterizado por aislamiento, sobrecarga informativa y pérdida del control del tiempo.
En Colombia, este fenómeno se agrava por la brecha tecnológica.
“Muchos empleados no cuentan con infraestructura, formación ni acompañamiento suficientes para adaptarse a la nueva normalidad digital. Esto incrementa la frustración y la hostilidad hacia la tecnología”, advierte Gañán.
El tecnomalestar se manifiesta tanto en el cuerpo trastornos del sueño, fatiga visual, dolores musculares, como en la mente: ansiedad, despersonalización y culpa constante por no ser lo suficientemente productivos.
Tecnomalestar: Cuando el trabajo pierde sentido
Uno de los hallazgos más inquietantes de la investigación es el impacto del tecnomalestar en la identidad profesional. Muchos trabajadores sienten que su rol ha perdido valor ante las máquinas o los algoritmos, lo que genera un vacío simbólico difícil de nombrar, pero emocionalmente agotador.
Esta percepción de obsolescencia no solo afecta la motivación, sino que erosiona la relación emocional con el trabajo, un elemento clave en la retención de talento y en el compromiso organizacional.
Estrategias para resistir el tecnomalestar
Lejos de resignarse, los trabajadores han desarrollado microestrategias de resistencia que funcionan como defensas cotidianas frente al exceso digital.
Entre ellas están desactivar notificaciones, establecer horarios de desconexión, crear rituales simbólicos de cierre de jornada, e incluso usar el humor como válvula de escape ante la sobrecarga tecnológica.
“Estas microdefensas no eliminan el malestar, pero lo contienen, lo nombran y lo resisten. Permiten que el trabajador no se diluya por completo en la lógica impersonal de la eficiencia”, concluye el investigador.
Más allá del diagnóstico, el estudio plantea una reflexión urgente para líderes empresariales y responsables de talento humano: la salud mental digital será el nuevo eje del bienestar laboral en la próxima década.