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Radiografía de un ciberataque: cómo se infiltran y actúan los hackers

Fortinet revela cómo se infiltra un atacante digital, las fases de un ciberataque y las claves para anticipar, detectar y contener las amenazas.
Viernes, Octubre 24, 2025

Los ataques cibernéticos se han convertido en invasiones silenciosas que ponen en riesgo a empresas de todos los tamaños y sectores.

Según datos de FortiGuard Labs, el área de inteligencia de amenazas de Fortinet, Colombia registró 7,1 mil millones de intentos de ciberataques en el primer semestre del año, lo que la convierte en el tercer país más atacado de América Latina, dentro de una región que concentró el 25% de las detecciones globales.

En el mes de la concientización sobre la ciberseguridad, Fortinet presenta una radiografía detallada de cómo piensa, planifica y ejecuta su ataque un ciberdelincuente moderno.

1. Reconocimiento: el ataque empieza con la observación

El primer paso no es atacar, sino estudiar al objetivo. Los atacantes analizan los servicios expuestos en internet, las vulnerabilidades y los sistemas más débiles de una organización.

“Su propósito es construir un mapa detallado del objetivo antes de escribir una sola línea de código malicioso”, explica Arturo Torres, director de inteligencia de FortiGuard Labs para América Latina y el Caribe.

En esta fase, el phishing sigue siendo la herramienta favorita: los criminales envían correos casi perfectos, apoyados en inteligencia artificial, para engañar a los usuarios.

Además, muchos ciberdelincuentes compran credenciales robadas a través de mercados clandestinos conocidos como Initial Access Brokers, accediendo a redes empresariales sin levantar sospechas.

2. La invasión silenciosa

Una vez dentro, el atacante se mueve sin hacer ruido. En lugar de instalar programas maliciosos visibles, utiliza las propias herramientas del sistema para escalar privilegios y moverse como un usuario legítimo.

Durante semanas puede desplazarse de equipo en equipo, robando contraseñas y explorando la red sin ser detectado.

Todo su tráfico se camufla como actividad normal.

A este punto, la organización ya ha sido vulnerada, pero el verdadero peligro no está afuera: el enemigo opera desde adentro.

3. La búsqueda del tesoro

Los ciberdelincuentes persiguen información de valor comercial, operativo o estratégico: credenciales, bases de datos o metadatos internos que les permitan extorsionar o planificar ataques futuros.

Los grupos de ransomware, por ejemplo, cifran o borran datos críticos para exigir rescates.

Para evitar ser detectados, los atacantes extraen información fragmentada y encriptada, mezclándola con el tráfico normal o usando canales cifrados que pasan inadvertidos para los sistemas de defensa.

4. Detección: señales de una intrusión

Aunque los ataques están diseñados para pasar desapercibidos, existen alertas tempranas que pueden delatarlos:

  • Accesos desde ubicaciones o horarios inusuales.

  • Creación de nuevas cuentas de usuario sin registro.

  • Tráfico anómalo hacia destinos desconocidos o aumento de transferencias de archivos.

Los empleados suelen ser los primeros en notar la intrusión cuando detectan lentitud, errores o archivos que desaparecen.

Según Fortinet, la detección temprana depende de la visibilidad total de la red y de una telemetría unificada, donde las herramientas de seguridad compartan información para conectar los puntos antes de que el daño sea irreversible.

5. Respuesta y aprendizaje: convertir la crisis en fortaleza

Cuando ocurre un ataque, la velocidad y la coordinación son esenciales. Fortinet recomienda un protocolo estructurado en cuatro fases: detección, contención, erradicación y recuperación, complementado con automatización, inteligencia en tiempo real y trabajo multidisciplinario.

“El incidente no debe verse solo como una crisis, sino como una oportunidad para fortalecer la seguridad y evitar que vuelva a ocurrir”, señala Torres.

La clave, según el informe, está en construir arquitecturas de ciberseguridad integradas, donde cada sistema se comunique con los demás como parte de un ecosistema unificado, capaz de prevenir, responder y anticipar amenazas.

Una nueva mentalidad frente al riesgo digital

La anatomía de un ciberataque revela que la defensa no depende solo de la tecnología, sino de la cultura organizacional y la colaboración entre áreas.

En un entorno donde el 95% de los incidentes tiene origen humano, la educación y la concientización son el primer muro de defensa.

Colombia, hoy epicentro de ataques en la región, enfrenta el reto de pasar de la reacción a la anticipación: convertir la ciberseguridad en una prioridad estratégica de país.

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